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De enamorada irreflexiva a empresaria de éxito

Los peligros de creer en el príncipe azul y cómo sobrevivir a ellos

De enamorada irreflexiva a empresaria de éxito

La Ruta de los Palomares, la última novela de Cuca Alonso pertenece a un género literario muy apreciado en los países anglosajones, la "novela de época", que cuenta con autoras conocidas, como Nora Roberts, Jean Plaidy o Linda Howard, entre otras muchas. En los últimos años este tipo de novela se ha hecho muy popular en España, y es de esperar que también aquí fomente el gusto por la lectura y que fidelice a un público lector de diferentes edades, procedencia y condición.

Cuca Alonso narra los pormenores de la vida de Constanza en Murias, Truébano, Villafranca, Astorga, Benavente y Salamanca, y la incidencia en tal periplo de los hombres, la iglesia y la restauración, y nos ofrece una novela compacta e informativa, con dos focos de desarrollo: las relaciones románticas de Constanza y su empoderamiento como mujer hasta convertirse en alguien que sabe lo que quiere, decide cómo conseguirlo y asume la responsabilidad de sus actos. Que la historia acabe bien satisface la regla de los finales en este género literario, que deben ser "emocionalmente satisfactorios y siempre optimistas". La novela cumple otra regla de oro: que "la buena gente", la que lucha por aquello en lo que cree, obtenga su recompensa.

Esto confiere a la novela otra etiqueta anglófona, la de "novela de inspiración", que consiste en obras que no esquivan temas controvertidos, tales como los amores extramaritales, los hijos no reconocidos, la intolerancia de los padres, los abusos, etc. La heroína que arrostra estos peligros y los supera se convierte en modelo y fuente de inspiración para quien lee: son mujeres independientes, con gran fuerza de voluntad y que se enfrentan a la vida con decisión. Tales características hacen que este tipo de novelas hayan sido consideradas como literatura subversiva, "pues animan a las mujeres a rebelarse contra la desigualdad y a marcarse metas altas para sí mismas. Además les enseñan algunas posibilidades a través de las cuales puedan conseguir su propósito, que pasa, generalmente, por distraer a los hombres para que cedan, sin querer, parte de su poder".

La cocina es la salvación de Constanza, quien, a través de los menús y las recetas, va tejiendo un lenguaje que llega a representar tanto sus estados de ánimo como el ambiente social. Por medio de la comida de las posadas, de los conventos y monasterios, de los pastores y de las casonas de la aristocracia se explora la situación social y económica del país en el siglo XVIII, el papel de las mujeres y la nula consideración familiar y social que tenían quienes pasaban su vida entre fogones.

A medida que Constanza impone en sus mesones las reglas de limpieza, educación, mesura y buen paladar, va construyendo su propia subjetividad y empoderamiento y el de las personas que tiene a su servicio. Se transforma en una mujer práctica y expeditiva, que agradece las enseñanzas de su madre y de su abuela, estableciendo una genealogía femenina que explica su sororidad: "Mi madre aseguraba que una sociedad progresa cuando progresan sus mujeres [?] Un sentimiento de solidaridad con su propio sexo iba creciendo en su percepción del mundo y de la sociedad de su tiempo". Tal sentimiento le lleva a emplear mujeres y a instruirlas en la higiene, en la cocina, en el trato con los clientes, en las letras, los números y la gerencia. Cuando su vida vuelve a cambiar y pasa del pueblo a las clases altas, se inspira en las salonnieres francesas para educar en conocimiento y modales a las damas ociosas de su entorno. Constanza es una mujer de fortuna y una mujer afortunada, características ambas necesarias para triunfar, pero Cuca Alonso no deja lugar a dudas de que resultan inútiles si a esto no se une inteligencia, reflexión, capacidad para actuar y empoderamiento personal.

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