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Reflexiones sobre la risa, el poder y el ansia de matar

La risa, para Andrés Barba, es caníbal porque al reírnos de alguien nos lo estamos comiendo. Lo estamos devorando con colmillos sonoros, gestuales, plásticos que son la mejor arma para demoler las certidumbres que sustentan la impostura del yo. Barba (1975) ha llegado a la cuarentena con el morral cargado de reconocimientos a su labor literaria y ensayística, entre ellos el "Anagrama" de ensayo por La ceremonia del porno, escrita con Javier Montes. En La risa caníbal, Barba se las arregla para, en apenas 150 páginas, destilar las esencias de lo que, en dos milenios, se ha escrito sobre la risa e ir más allá. Separando el grano de la paja y arrancando siempre de la peripecia histórica (Chaplin, Garganta profunda, Bush, el punk, Diógenes?), recupera pensamientos casi olvidados, de insospechada utilidad para entender, es un ejemplo, por qué yihadistas fanáticos asesinan a humoristas. Y explicarnos que "ofenderse por la risa del otro es reconocer una privada falta de fe en (?) el propio dios". Ni más ni menos.

Richard Gordon Smith (1858-1918) era naturalista y, como tal, viajó por Oriente con la misión de recoger muestras de vida vegetal y animal destinadas a engrandecer la colección del Museo Británico. Hasta que, al borde de los 40 años, llegó a Japón y se quedó atrapado entre sus islas y sus gentes. Gordon Smith siguió recolectando ejemplares de especies raras para sus mentores pero, entre tanto, escuchaba mitos, leyendas y cuentos que la tradición oral había mantenido vivos en las personas -de campo, mar y ciudad- con las que trataba. El resultado de tanta atención fueron estos Cuentos tradicionales de Japón, en los que amalgama las columnas portantes del imaginario mágico nipón. Hay fantasmas, por supuesto, pero también naturalezas animadas por dioses del sintoísmo, historias de samuráis o misteriosas parábolas zen. La magnífica edición que ahora ofrece Satori se enriquece con nada menos que 62 bellas láminas en color.

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