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PETROS MÁRKARIS | Escritor

"Hay que escribir desde la modestia, no como un dios que lo sabe todo"

"Los griegos éramos pobres con un nivel cultural alto; ahora seguimos siendo pobres pero sin la cultura de antaño"

Petros Márkaris durante la entrevista en Madrid.

Petros Márkaris, popular como autor de novela negra pero mucho más que eso, acaba de presentar en España su libro de relatos La muerte de Ulises. Una ocasión para hablar de la literatura, de Grecia y los griegos en estos momentos difíciles. Así los hizo en el Centro Paco Rabal, en el barrio madrileño de Vallecas, con un aforo completo de cuatrocientas personas.

Petros Márkaris (Estambul, 1937), griego de sentimiento y alemán de formación, además de escritor de serie negra, con su investigador Kostas Jaritos, es dramaturgo, guionista de televisión, traductor al griego de las obras de Thomas Bernhard, Brecht, Goethe y Schnitzler, y también coguionista en cinco películas de Theo Angelopoulos, dos de ellas, premiadas en Cannes: La mirada de Ulises (1995) y La eternidad y un día (1998).

-Nos gustaría establecer un paralelismo con Leonardo Padura, Premio Princesa de las Letras. En su ensayo, Yo quisiera ser Paul Auster, nos dice que a Auster siempre le preguntan sobre estilos literarios, beisbol, cultura... Nunca por Guantánamo ni sobre la época Bush. Y sin embargo a Padura sólo le preguntan por Cuba. A usted le ocurre un poco eso, siempre le preguntan por Grecia. ¿No se siente un poco como Padura?

-Padura es un gran amigo mío, hemos coincidido muchas veces en la Semana Negra de Gijón y volveremos a reencontrarnos este verano en Asturias. A los dos nos ocurre lo mismo, Padura necesita Cuba, las calles de la Habana, para hablar y escribir de ellas y desde ellas, como yo necesito Atenas, para escribir de sus gentes, de sus calles, de su mundo...

-Recientemente dijo que quiere que "la crisis acabe, para que los griegos puedan vivir mejor y para recuperar otra vez mi tranquilidad.

-Así es. Cuando estoy en Alemania todos quieren saber más sobre Grecia y los griegos, es como si estuviese condenado a hablar siempre de ese tema, pero no me importa. Me siento bien explicando cómo es el pueblo griego, cuáles son sus anhelos, sus problemas, sus sueños, de dónde venimos y a dónde nos gustaría llegar. Hasta que me preguntan qué opino de Varoufakis. Por ahí ya no paso, ése es mi límite. Hasta aquí hemos llegado, digo de inmediato en cuanto mencionan a Varoufakis.

-Siempre ha establecido una relación entre la literatura y la crisis. Incluso en cierta ocasión, usted escribió que España saldría antes de la crisis que Grecia porque tenía más bibliotecas.

-Los griegos éramos un país pobre con un nivel cultural alto. Véase todos nuestros premios nobeles en ese tiempo. Cultura y pobreza o lo que yo he denominado "cultura de la pobreza", que producía los valores de la pobreza. Hoy seguimos siendo pobres, pero sin la cultura de antaño. Eso también nos hace perder ciertos valores. Y sin valores, carecemos de medios para la resistencia. El arte, la literatura no pueden cambiar el mundo, pero pueden ayudar a entender lo que nos rodea, lo que nos pasa. Nos ayudará a realizar las preguntas correctas para encontrar la salida del túnel. Localizar, modificar las preguntas en busca de nuevas respuestas. Tal vez pasar del "quién" al "por qué". Más o menos como en la novela negra, que ya no importa tanto quién mata, sino por qué se mata. Buscar y localizar las verdaderas causas del crimen. Esas nuevas preguntas pueden cambiar la orientación sobre la crisis. Fíjese en una cuestión, cuando comenzó la crisis, en Alemania se incrementaron las ventas de libros. Un amigo editor en Alemania me dijo que las crisis eran buenas para vender libros, ya que el pueblo alemán se reconforta con la lectura. Sin embargo, en Grecia ha ocurrido lo contrario, la crisis ha obligado a cerrar editoriales y librerías, el libro se ha convertido en un bien prescindible".

-En la venta de libros y cierre de librerías España se parece más a Grecia que a Alemania.

-Lo sé. Mis amigos libreros en España me lo han comentado.

-Me gustaría averiguar si aún mantiene la postura de tiempo atrás, cuando argumentaba que la novela negra era la más religiosa de todos los géneros, pues siempre triunfaba el bien y los detectives se comportaban como misioneros.

-(Sonríe) Soy un escritor lleno de contradicciones y aquí tiene usted una de ellas. Es difícil desde la religión escribir novela negra, como es difícil escribir de temas religiosos desde la ficción criminal. Lo que tengo claro es que el escritor debe escribir sus obras desde la modestia, planteando preguntas adecuadas, nunca debe tomar la posición de un dios que lo sabe todo, ese no es el lugar correcto para un escritor.

-Usted siempre utiliza un personaje en sus novelas, el viejo comunista Lambros Zisis, al que acude su protagonista, el comisario Jaritos, a pedir consejo. ¿Es una forma de reivindicar la necesidad de hablar con el pasado frente a lo novedoso que desprecia la experiencia de generaciones anteriores?

-No viví la guerra civil griega, por lo que puedo escribir sobre ella sin tener ninguna implicación emocional. De ahí que no hable de aquella época desde los parámetros de la derecha o de la izquierda, sino que prefiero centrarme en la voluntad de entendimiento. Eso fue lo primero que busqué: la amistad entre el policía y el veterano comunista. Algo inimaginable en la realidad, pero posible en la literatura.

-Usted se propuso escribir una trilogía sobre la crisis griega con Kostas Jaritos de protagonista, sin embargo al final ha sido una tetralogía...

-(Sonríe) Cuando anuncié que Con el agua al cuello era la primera novela de una trilogía sobre la crisis, un buen amigo me dijo: No podrás, vamos a salir de la crisis antes de que tú la termines. Y al final me ha dado tiempo a escribir una cuarta, Hasta aquí hemos llegado, y aún no hemos salido de la crisis...

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