La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fontcuberta, visión profunda de Asturias

El fotógrafo presenta en el Museo de Bellas Artes su mirada sobre la región, resultado del encargo de la Fundación María Cristina Masaveu

Joan Fontcuberta, ante una de las obras que muestra en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

La visión de Asturias más distante de todos los tópicos, un recorrido por las entrañas y lugares ocultos, ocupa la planta más profunda de la ampliación del Museo Regional de Bellas Artes, transformada en una suerte de túnel que intensifica esa sensación de descenso a lo que no se ve. A través de sesenta imágenes, el fotógrafo Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) trata de alejarse de "esa foto de agencia turística o de tarjeta postal para profundizar en una realidad que está ahí, pero que escapa a los ojos de los transeúntes", para "mostrar una Asturias desde las profundidades, desde lo subterráneo". La cuevona de Ardines, la mina de Carbonar en Cangas del Narcea, depósitos de agua y aliviaderos de la red de Gijón conviven en la visión de Fontcuberta con rincones inaccesibles de la Catedral de Oviedo o el interior del órgano de la basílica de Covadonga. Los títulos de las fotografías desarrollan variantes del nombre de Asturias usado como un anagrama con el que el artista va jugando desde el mismo nombre genérico de la muestra: Arstusia.

Joan Fontcuberta es el cuarto artista -después de Alberto García- Alix, José Manuel Ballester y OukaLeele- que la Fundación María Cristina Masaveu incorpora a su proyecto "Miradas de Asturias". En seis visitas a lo largo de más de un año, el fotógrafo, con una obra de amplio reconocimiento en España y gran proyección internacional, exploró primero con "una mirada cándida" sobre el territorio para definir después objetivos, a lo que contribuyó toda una red de relaciones personales en la región. "Me apetecía enfrentarme al tema que se me proponía sin ninguna idea preconcebida. No quería aplicar fórmulas o maneras de trabajar con las que el público ya me identifica sino generar algún tipo de idea o de exploración nueva". El resultado de ese "año fecundo" es el desarrollo de "diferentes ideas, de las que en la exposición muestro dos. El resto irán saliendo a medida que pase el tiempo y las pueda ir redondeando". Esas dos ideas tienen muy diferente aparataje conceptual previo, "una muy visual y muy inmediata, que muestra un recorrido por estos lugares misteriosos y profundos, con imágenes que adquieren un valor plástico y poético por ellas mismas", explica Fontcuberta. Las imágenes de ese territorio inédito construyen también una reflexión visual sobre las distintas formas de representación de la realidad, de la mezcla de lo auténtico y lo inventado. A continuación, el visitante se encuentra con "Trauma", apartado "que se plantea no tanto como obra sino como un libro de artista, que se presenta en la exposición con las páginas desplegadas en la pared. Es un proyecto más conceptual, que requiere más esfuerzo de comprensión". "Trauma" es el resultado de "hurgar en archivos fotográficos asturianos, en fototecas de todo tipo, lugares en los que busqué imágenes traumáticas, tanto porque reflejaban hechos conflictivos o luctuosos como por la circunstancia de que las propias imágenes tenían una patología. Indago sobre el concepto de la fotografía enferma, aquella imagen que tiene algún tipo de alteración que inhabilita la información por la cual esa fotografía está en el archivo. Me interesan esas imágenes en las que lo que sucedía delante de la cámara casi se disipa y sólo queda la propia textura material de la imagen fotográfica".

La reflexión sobre su medio está en el centro de la obra de Fontcuberta, algo que se hace más acuciante ante lo que denomina el "tsunami iconográfico". Ante "esta avalancha de imágenes que generan las fotos de los móviles o las cámaras de vigilancia que lo documentan todo las veinticuatro horas del día, los fotógrafos tenemos que plantearnos una cierta ecología de lo visual, pensar qué hacemos para no contribuir a esa polución visual y buscar, por el contrario, imágenes que estén faltando". Estamos en el tiempo de la "posfotografía" en que "la imagen cambia de naturaleza. La fotografía se integra en uno procesos que podemos considerar conversacionales. Con este nuevo uso, los aspectos descriptivos, documentales, memorísticos y de autentificación de lo real quedan en un segundo plano". Ahora "la fotografía ya no tiene un deber de memoria, la utilizamos más que nunca para comunicarnos. y está metida en muchos más recodos de la cotidianidad que antes".

Compartir el artículo

stats