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Libros

Caminos hacia la nada

La desolación de un pueblo en su lucha sin fin, en la literatura de Gasán Kanafani

Hombres en el sol (1963), Lo que os queda (1966) y Um Saad (1969), las tres novelas cortas que componen Una trilogía palestina son un compendio sobrecogedor de la vida cotidiana en esa parte del mundo. Una vida vista no sólo en términos políticos, como la pensamos en occidente, sino a través de la experiencia afectiva de los palestinos, centrada en el propio autor, Gasán Kanafani: cuya "triste infancia", grabada en la memoria con "cientos de imágenes, recuerdos y vivencias de un paraíso perdido", es seguida por "una triste adolescencia" de "expulsión, éxodo, exilio, lucha por la vida, injusticias y opresión en el país de acogida", según consta en el perfil del autor escrito por la traductora de la obra, María Rosa de Madariaga, a modo de prólogo.

Sus novelas se desarrollan en un ámbito fronterizo que los personajes sueñan con transitar en su búsqueda de la libertad identitaria y de una prosperidad económica que les proyecte un futuro. Son historias plagadas de caminos que acaban siempre en un callejón sin salida. En el empeño, en cada intento de escapar a la pobreza, a la destitución absoluta, van destruyéndose las pocas ilusiones y las cada vez menos posesiones, "todo lo que te quitaron? tus árboles, tu casa, tu juventud, tu aldea" y, con demasiada frecuencia, tu vida. Al lado de los ríos míticos Tigris y Éufrates, sinónimo cultural de abundancia, fertilidad y futuro, se cavan las sepulturas de la historia actual.

En Hombres en el sol, los personajes de las distintas historias van juntándose, unidos por una aspiración común: emigrar a Kuwait, que es donde está el dinero, el dios contemporáneo, que les ha de salvar, puesto que cualquier otra deidad parece haberles abandonado. Pero cruzar esa frontera es una ruta jalonada de fraudes, mentiras y, por tanto, desconfianza creciente. La acumulación de tales males genera en quienes leemos una sensación de malestar que llega a hacernos insoportable la tensión del episodio en que, por fin, nos topamos con la frontera física.

Aunque en principio parezca que tantos datos sobre la biografía de los personajes son superfluos, al final entendemos que todos ellos son necesarios para explicar la tragedia de la emigración clandestina. Porque cada uno de ellos es una pieza que encaja en las razones personales y sociales que llevan a cada cual a ese punto concreto de su destino.

El actor principal y más atractivo de Lo que os queda es el desierto; si bien es cierto que es también el eje de las otras narraciones de Kanafani. Pero en esta obra constituye un espacio que envuelve a Hamed en su travesía, un ser vivo que respira "misterioso, terrible y manso a la vez". Las partes de la narración que transcurren en el desierto tienen una fuerza literaria que impresiona: Hamed, hombre mortal, se encuentra perdido entre el animal monstruoso del desierto y el "inmenso telón negro" del cielo que se cierra sobre él. Atrapado y sintiéndose "arrojado a este vacío absoluto como una burbuja de aire flotando en un lugar ignorado" e incapaz de encontrar su camino, el hombre se abandona a un destino aparentemente inevitable.

Las vidas de los personajes son narradas paralelamente, de manera tal que a veces sus palabras, a veces sus gestos, son comunes, si bien obedecen a situaciones diferentes en el tiempo y en el espacio. Kanafani soluciona la dificultad que esto acarrea a quien lee cambiando la grafía, al menos en "Lo que os queda", donde corresponda, a mitad del párrafo o tras un punto y seguido. El sentimiento que nos queda es de desolación, de inevitabilidad, y nos hace creer que así se debe sentir el pueblo palestino.

El libro, que ya había sido publicado en español en 1991 en esta misma traducción, se completa con una historia somera de las relaciones entre Palestina e Israel desde 1948.

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