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Genealogía de la desigualdad actual

Gonzalo Pontón historia las diferencias sociales del siglo XVIII para determinar su origen

Genealogía de la desigualdad actual

Al contrario de aquellos historiadores y economistas que consideran que la desigualdad ha existido siempre y responde a una fórmula invariable, esto es, que no tiene historia, como es el caso de Piketty en su famosa obra El capital en el siglo XXI , este imprescindible libro de Gonzalo Pontón, parte de un principio diferente: la desigualdad actual tiene historia y sólo comprendiendo su genealogía podemos entender su verdadera naturaleza y poner hoy los remedios adecuados para darle soluciones, esto es, es necesario saber cuándo, dónde y por qué se dieron los procesos materiales políticos e intelectuales que pusieron las bases para llegar a la situación de desigualdad que vive hoy el mundo.

Esos son los objetivos y planteamiento que el autor ha tratado de desarrollar, en este su primer libro con un excelente resultado. Para comprender el elevado nivel de esta "opera prima" no se debe olvidar que el autor ha volcado en ella si no su experiencia como historiador, sí su bagaje como editor especializado en la edición de libros de historia. Pontón ha sido uno de los más importantes editores de este país desde los años setenta con su editorial Crítica y después en Pasado/Presente (siempre con el apoyo y asesoría del que es uno de nuestros mejores historiadores actuales Josep Fontana, autor además del excelente prólogo del libro), editoriales a las que tanto debemos todos los profesionales y amantes de la historia en España y América.

El cuándo es el ilustrado siglo XVIII en el que una clase social desgajada de las que formaban el tercer estamento del Antiguo Régimen, la burguesía, al socaire de un pronunciado incremento demográfico protagoniza un desarrollo de las fuerzas materiales dando origen a una nueva fase del capitalismo y a una nueva sociedad que tiene su fundamento en una nueva desigualdad, a la vez que se desarrollan unos nuevos procesos intelectuales ( lo que conocemos como Ilustración) que son expresión también de esa desigualdad a la que dan cobertura y legitimación. El dónde es lo que el autor denomina como "mundo occidental" que abarca lo que hoy denominamos Europa occidental, pero incluyendo también todo el ámbito americano.

En la primera parte del libro se hace un brillante y claro análisis de los procesos económicos, sociales y políticos del setecientos europeo y americano demostrando cómo el sistema económico emergente fue creando una nueva y aguda desigualdad social que se manifestó en un siglo surcado por numerosas y difundidas protestas de las clases subalternas. Desde las algaradas y revueltas a causa de las crisis de subsistencias y la consiguiente elevación del precio del pan, de las demandas de subidas de salarios y mejora de las condiciones de trabajo hasta la Revolución en Francia al final del siglo, pasando por los motines prepolíticos que jalonaron también toda la centuria. Protestas todas ellas fundamentadas en el concepto de "economía moral" que acuñó el historiador británico Thompson como alternativa al de la "economía de mercado", esto es, el pacto no escrito, perro sacralizado en las conciencia de los actores por el que las clases subalternas aceptaban las imposiciones feudales a cambio de los señores les garantizaran el derecho a la vida y la reproducción.

Pero es en la segunda parte ( quizás la más brillante de las dos y ,sin duda, la más novedosa para los lectores no especialistas) en la que a través del análisis de los niveles de alfabetización, de las transformaciones educativas y del discurso sobre la educación que desarrollaron los más destacados ilustrados europeos, de los usos y modelos culturales que se desarrollaron en el siglo, de la producción de libros y del discurso y la utilización de la razón por los ilustrados, llega a conclusiones que no sólo limitan y ponen en duda los efectos igualitarios del proceso intelectual que se desarrolló durante la centuria, sino que niega hasta la existencia del mismo movimiento de la Ilustración

Los pensadores ilustrados, como deduce el autor de esos análisis, no sólo defendieron la desigualdad de educación entre las clases subalternas y las élites como lo constatan las diferencias de los niveles de alfabetización entre ellas o los escasos resultados institucionales en el desarrollo de la educación. Como tampoco las élites quisieron difundir entre las clases populares el nuevo modelo cultural que desarrollaron para ellas, manteniendo la dualidad entre la nueva cultura burguesa y la cultura popular. La misma producción de libros demuestra que los más leídos siguieron siendo los libros tradicionales y que apenas se difundieron los textos que exponían las nuevas teorías de los ilustrados. Y del análisis de la producción intelectual filosófica, económica y política ilustrada deduce, contra la interpretación dominante sobre la Ilustración, que ésta realmente, no existió como un movimiento unitario paneuropeo, destructor del cristianismo tradicional. Ni tampoco puede considerársela como padre de la democracia ni defensora y redentora de los oprimidos.

Algún lector puede deducir de lo anterior que estamos ante un libro académico o ante un manual de historia. Estaría equivocado. Porque, aunque tenga algo de ambos, es en realidad un ensayo crítico de historia destinado a un público culto o meramente interesado en estos temas o en la Ilustración o en el setecientos, en general, escrito en un lenguaje meridiano e incluso con algunos toques literarios, sin que haya notas a pie de página, pero si una extensa y actualizada bibliografía comentada, no sólo citada, al final del libro que demuestra el gran conocimiento que el autor tiene de la historia del siglo XVIII.

Sin duda, un libro de historia excelente que, como debe ser, nos explica el pasado para entender una cuestión apremiante del presente.

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