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Arte

Guillermo Simón y el esplendor de sus metáforas

El gesto expresionista de las geografías del mar deja paso a los tejidos cromáticos de las flores del agua

Obra de Guillermo Simón en la galería Gema Llamazares.

En su naturaleza artística está enraizado el sentimiento romántico-simbolista y en su cultura y dicción plástica se siente cercano a esa tradición pictórica que nace con los pintores simbolistas y que, con sus grandes áreas de color sobre superficies planas, abre el camino a la abstracción lírica y luego al último Monet de las "Nympheas" que consolidó ese camino y fue influencia decisiva para buena parte de los pintores del expresionismo abstracto norteamericano.

De modo que toda la trayectoria artística de Guillermo Simón ha sido un viaje hacia la abstracción lírica creadora que, lejos de la meramente formalista, o autorreferente, mantiene en la pintura conexiones más o menos visibles con el motivo que la inspira y forma parte de lo que se ha dado en llamar neoabstracción redefinida o adjetivada. En su anterior exposición, "Geografías del mar", llevó su obra a los límites de la figuración en admirables versiones del mar embravecido que en aquel caso evocaban el gesto expresionista de la pintura de acción de Pollock. Ahora, en "Las flores del agua", violetas o pensamientos, y las formas y colores de otras flores, dibujan sobre la superficie de la obra hermosos tejidos plásticos con los que en algunos momentos vuelve Guillermo Simón a los límites de la figuración, ahora no desde el gesto expresionista sino en campos de color impregnados del sentimiento simbolista. En un texto para el catálogo, escribí que si Redon o Gauguin pintaran flores hoy las pintarían de parecida manera.

Es tan coherente esta evolución y responde de tal manera a la necesidad de pintar lo que en cada momento siente, que se explica uno muy bien que, en el mejor momento de su pintura y con el mar una vez más como motivo, el único y gran motivo hasta el momento, Guillermo Simón diera un giro a su obra capaz de desorientar a galeristas, coleccionistas y aficionados, ¿Una apuesta arriesgada? Solo aparentemente, porque además de que ningún artista de verdad puede permanecer ajeno a la inquietud que le lleva a pintar lo que necesita pintar, ni puede ser esclavo de un estilo o de un motivo, en estas flores del agua sigue estando toda su personalidad y su razón plástica, que cualquiera podría reconocer en el fascinante espectáculo de pintura que con ellas ha creado, sean flores fácilmente reconocibles o formas abstractas coloreadas con lujo matissiano.

Días pasados en una información en este periódico sobre la presente exposición, Guillermo Simón llamaba "metáfloras" a estas flores pintadas,. Todo un hallazgo: merecía haber sido esa palabra el título de la muestra. Aparte de que la pintura es siempre, o debe ser, una metáfora, si como dice el diccionario metáfora es una figura retórica que consiste en usar las palabras con sentido distinto del que tienen propiamente, pero que guarda con este una relación descubierta por la imaginación, Metáfora podría ser tanto metáfora d la flor como metáfora de la metáfora. Y metáfloras serán para siempre estas flores de la pasión de la pintura que brillan extendiéndose bajo el sol en el jardín del agua de Guillermo Simón que sirven de homenaje a Monet. Si me permite una sugerencia, para esta nueva versión de su pintura me olvidaría de los pétalos del náufrago, si desea profundizar en la intensidad pictórica de las genuinas flores del agua, estancadas, y poco amigas, también en lo pictórico, de las turbulencias del mar.

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