Absténganse las madres abnegadas, las llamadas "madres talibán" y las primerizas que se enfrentan a la maternidad con la idea de que entran en un bello jardín de rosas. Las primeras no lo entenderán; las segundas se escandalizarán; y las terceras igual echan el freno o se lo toman con más calma.
Verity Bargate (1940-1981) escribió en 1978, sin haber llegado a los 30 años, una auténtica novela de terror sobre eso de tener hijos. Supo meterse en la piel de una madre desencantada, hastiada y vacía, sin nada que ofrecer a su recién nacido. Un varón. Igual que su primogénito de casi dos años.
Jodie y su marido -por llamar de alguna manera a esa persona que no reconoce, con la que no tiene nada en común y apenas se comunica- querían una niña. Pero han fracasado en el segundo intento. Lo que para el desencantado padre es tan sólo una desilusión pasajera que le durará pocos días, para ella es una auténtica tortura que le hará volverse loca y que comienza a los pocos minutos de parir. "Sentí tan poco placer y afecto como si hubieran envuelto por equivocación la placenta en una manta y me la hubieran puesto entre los brazos", dice Jodie de su bebé, llamado Orlando en honor a la novela homónima de su compatriota Virginia Woolf, una elección nada casual y con toda la intención del mundo como se descubrirá más adelante, aunque su psiquiatra no la logre entender: "Es un poco fuerte, un poco autocomplaciente. No será muy agradable para él en la escuela, ¿no le parece? (...) ¿Por qué Orlando?".
Jodie describe con pelos y señales su escalada hacia la locura, sus esfuerzos infructuosos por llevar una vida normal y querer a sus hijos. Y la fórmula que encuentra para huir de su amargura -no ser capaz de concebir una niña- es tan inocente como descabellada, al mismo tiempo que terrorífica por la normalidad de la que la rodea.
"No, mamá, no", exclama con su vocecita el comprensivo Matthew cuando él y su pequeño hermano no pueden escapar de la espiral en la que se ha embarcado su perdida madre. Desasosiega ser capaz de empatizar con ella, de entenderla y desear que le salga bien su aventura.
Las súplicas del niño dan título a la novela (Alba Editorial, Rara Avis, 2017), la primera, de Verity Bargate, que narra ágil y escrupulosamente el viaje emocional de Jodie hacia algún lugar. ¿Cuál? Deberá decidirlo al final el lector, a esas alturas deseoso de que sea agradable para la protagonista si no es demasiado tarde. La escritora inglesa, que dio nombre a un premio para autores noveles y cofundó con su primer marido, el director de escena Fred Proud, la compañía vanguardista Soho Theatre, murió quizás demasiado joven para permitir saber por qué alumbró una historia tan chocante como posiblemente real. ¿Es cierto que el deseo de un sexo determinado para el bebé que viene en camino pueda ser tan fuerte para anular a una persona si no resulta el esperado? En No, mamá, no parecer ser que sí.
