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Arte

Jesús Zurita, la sensualidad viste de rojo

La libertad del color en un medio atmosférico entre simbolista y daliniano

"La bandeja de plata", acrílico sobre lienzo de Jesús Zurita.

Pienso que a los pintores simbolistas no se les ha reconocido toda la importancia que tuvieron en la gestación de lo que serían los lenguajes de la modernidad. Ellos fueron los que primero plantearon la necesidad de una expresión artística plenamente subjetivista, y fue con ese sentimiento con lo que se inició la libertad de crear nuevas formas y colores capaces de transmitir la idea del artista, sin necesidad de representarla convencionalmente, bajo el lema de que la realidad pertenece al reino de la imaginación. Y uno de ellos, Gustavo Kahn, lo explicó con una fórmula sencilla: en lugar de comenzar por el mundo tangible, objetivo, para subjetivizarlo en la pintura, partir de la idea y objetivar lo subjetivo. Y así, puede decirse que, en cierto modo, casi todas las tendencias aplicaron la fórmula, inventando y desarrollando diferentes métodos lingüísticos para, en definitiva, exteriorizar la idea.

Lo que a la vista de la obra que expone ahora en la galería Gema Llamazares se me ocurre denominar "expresionismo sensualista" de Jesús Zurita, (Ceuta, 1974) tiene todo el aspecto de buscar su inspiración, o en ser eco, de las tradiciones simbolistas, otros muchos lo han dicho ya, y parece evidente que la invasora densidad de sus manchas pictóricas de naturaleza vegetal, masa ardiente y ominosa, podría ser buen terreno abonado para el cultivo de las baudelerianas flores del mal... otros han optado por lo siniestro, lo satánico o lo dionisiaco. Y, sin embargo, en la poética de José Zurita se pueden rastrear también otras maneras plásticas, por ejemplo una atmósfera surreal o más concretamente daliniana sobre todo en las obras con apuntes figurativos, lo que abre el abanico de posibilidades de adscripción, cuando además en el texto de la exposición Oscar Alonso Molina, que seguramente conoce su pintura mejor que nadie, añade lo de "romanticismo envolvente", en cuanto al sentimiento de anulación del individuo ante la grandiosidad de la naturaleza, o sea la tan invocada "sublimidad".

Pero me quedo con el simbolismo, imaginar a Jesús Zurita como el escultor a quien le espera la idea en el interior del bloque de mármol que se dispone a trabajar. En su caso, en la pasta pictórica, en la mancha preforma que será objeto de invenciones plásticas para que en el espacio escénico del lienzo se produzca el acontecimiento del cuadro. En cada uno debe elegir el grado de realidad objetiva, porque abstracción y figuración mezclan en sus pinturas sus respectivas naturalezas. Por mi parte prefiero aquellas en las que triunfa en plenitud el color, la jerarquía del rojo, su carnalidad voluptuosa expandiéndose libremente peinado sobre la superficie, resistiéndose a adquirir una forma concreta, orgulloso de su belleza y de su autonomía, como queriendo ser la sombra roja y abstracta de las pinturas negras de Goya. Porque a veces nuestros ojos también piensan.

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