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Música

El piano francés

Lucas Debargue y Alexandre Tharaud abordan dos proyectos dispares con el instrumento como protagonista

El mundo del piano es plural, diverso y admite múltiples perspectivas de aproximación. Pocos instrumentos tienen la versatilidad que permite abordar estilos tan diversos y estar de una manera tan protagonista en la historia de la música en sucesivas épocas históricas y movimientos estéticos a veces muy distanciados.

Francia es un país que ha proporcionado diferentes e interesantes generaciones de pianistas y ahora en el mundo clásico hay varios e interesantes talentos que están haciendo carrera en la élite desde personalidades muy diversas y una capacidad enorme para llegar al público. Dos de ellos acaban de sacar nuevos y sorprendentes trabajos discográficos.

El primero de ellos, Alexandre Tharaud está en la cumbre de su trayectoria. Ha sabido hacerse fuerte en el ámbito del barroco y también en la música contemporánea. Son los dos ámbitos en los que su talento brilla con más fuerza, aunque también ha realizado versiones muy interesantes de autores como Schubert o Chopin. Ahora nos sorprende con un doble disco que es, antes que nada, un homenaje: el descubrimiento por su pasión por la chanson francesa. A los veinte años del fallecimiento de uno de sus iconos esenciales, Barbara, le dedica este delicado recuerdo acompañado de artistas de muy diferentes generaciones, de cantantes y de actrices que van desgranando algunas de sus más emblemáticas canciones, actuando Tharaud como hilo conductor de todas ellas, casi como un hombre orquesta que, además del piano, toca el órgano electrónico, la celesta y hasta las campanas. Ahí están Vanessa Paradiss, Jane Birkin, Luz Casal, Juliette Binoche o Camélia Jordana, por sólo citar algunas, que conviven de manera maravillosa con músicos del ámbito clásico como el violinista Renaud Capuçon o el reconocido Cuarteto Modigliani. El resultado final es deslumbrante, muy hermoso y transmite la pasión con la que su impulsor lo ha pensado. Se agradece esta capacidad para mezclar, para fundir en un mismo objetivo artistas, a priori, muy distanciados entre sí. "Nantes", "Dis, quand reviendras-tu?" O "Septembre" adquieren nueva vida sin perder su espíritu original. Barbara está aquí revisitada con el fervor del talento, con el acierto de los grandes como ella.

Entre los nuevos valores en alza, también como Tharaud ya conocido en Oviedo a través de las Jornadas de Piano en las que, el año pasado, tuvo que sustituir -con enorme acierto- a Martha Argerich, está Lucas Debargue. Un pianista que está revolucionando los circuitos porque sabe combinar cierta pose iconoclasta con una madurez interpretativa notable y técnica muy depurada. Lanzado ya a la grabación no transita por caminos trillados, en lo que es, sin duda, toda una declaración de intenciones. Dos sonatas de Schubert, la "D784" y la "D664" se combinan con la "Sonata número 2" de Karol Szymanowski y el resultado no puede ser mejor. Una mirada la suya singular hacia ambos compositores. Precisamente una obra como la "Sonata número 2 en la mayor, op. 21" de Szymanowski nos deja ver una creación ecléctica y compleja y Debargue explora al máximo las posibilidades de una obra difícil y, a la vez, fascinante, de enorme potencia orgánica y expresiva. Es el corazón de un disco que tiene, a modo de pórtico, nada menos que dos sonatas de Schubert, no precisamente las más consideradas. Quizá por ello están precisamente en este disco. La "Sonata número 14 en la menor, D784" y la "Sonata número 13 en la mayor, D664" nos llevan al siempre intrincado, luminoso y a la vez doloroso pianismo de Schubert. No hace falta dramatizar estas obras en exceso. Debargue las afronta con una lucidez una serenidad que potencia su vigor y su excelencia. Verdaderamente delicioso.

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