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Nuestro grupo

La dificultad de los rivales a los que se enfrentará España en la primera fase de la Eurocopa

Croacia, República Checa y Turquía, nuestros rivales en la primera fase de la Eurocopa. Un grupo serio el que nos ha tocado en suerte. O al menos eso es lo que se han apresurado a sugerirnos algunos medios, que no nos fiemos, que seamos prudentes. Qué otra cosa podríamos ser, locos como estamos por alcanzar cuanto antes la altura de nuestra propia sombra. El seleccionador de Turquía ha dicho que para él es el grupo de la muerte. Cuando un medio denomina así al que quizá sea el grupo más difícil del torneo pero cuyos emparejamientos no suponen la segura eliminación de alguno de los favoritos al título pretende despertar una expectación infundada, indiscriminadamente irrespetuosa, sin embargo, cuando es el seleccionador de uno de los equipos agrupados en él quien lo hace lo que intenta es proporcionarse un escudo y cierta clase de ventaja (caer estará justificado; seguir adelante supondrá un mérito excepcional) evidenciando con ello su condición de equipo menor y dejando a sus jugadores desprotegidos y en desventaja, no ya ante sus rivales, sino ante sí mismos. La convicción depende del proceso; la confianza, de los resultados. Por tanto, si el seleccionador convierte la posibilidad de una eliminación temprana en una probabilidad, ¿con qué confianza van a afrontar sus jugadores el campeonato? No es un grupo cómodo, ha dicho Del Bosque, y, aunque sus declaraciones también rezuman una clara voluntad de prevención, esbozan a su vez una verdad fundamental: que ningún grupo es ni tendría que ser cómodo pues la esencia de la competición es su razón: el sentimiento enraizado en cada uno de que está a su alcance el objetivo. De los jugadores rivales solo conozco a los que ya conocía: Cech, Rosicky, Rakitic, Mandzukic, quien durante la temporada que vistió de rojiblanco dio la impresión de vivir ajeno a aquello que escribió John Berger: "La función de la fraternidad es el reconocimiento" y que deberían encarnar, o, como mínimo, tener presente todos los que de alguna manera forman parte de un equipo, Modric, capaz de encadenar una serie de recursos genuinos y definitivos en una única acción y Arda Turan, nervio y sutileza, a quien el Barcelona parece echar de menos como solo se echan de menos las promesas que uno espera que le hagan, por encima incluso de las que le hicieron y todavía no se han llegado a cumplir. La Eurocopa que se avecina es una incógnita, y está bien que lo sea, es lo que ha de ser el futuro. Las líneas de las manos, pensemos en ellas: cuando alguien lee la mano de otro la sujeta con la suya. De los últimos grandes torneos mi memoria apenas guarda unas cuantas sensaciones, imágenes, compañías. Del estilo sí que me acuerdo, está ahí: una idea a la que serle fiel, que en el acierto niega a tus oponentes y en el error te confirma, una idea que hoy me permite argumentar, más que mi fe (una palabra a evitar), mi ilusión, porque nada se asemeja menos a una justificación que un argumento. El recuerdo es un círculo que las emociones de ahora trazan alrededor de cualquiera de los hechos de antes. Envejecemos así, mirando al frente, entre lo olvidado y lo desconocido. Prudencia. Y también tranquilidad: somos nuestro propio referente (un sombrero no te convierte en alguien elegante pero solo alguien elegante puede llevar un sombrero); un círculo es una línea que ha conseguido su propósito: entrar en contacto consigo misma; el balón, pase lo que pase, seguirá siendo redondo y todo el que tenga uno cerca, sea cual sea su edad, le dará una patada. Y si a algo le debe la incógnita su poder no es al misterio sino a la revelación.

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