El Sporting es un equipo en construcción que va creciendo a pesar de sus limitaciones (impuestas). Éste es uno de esos hechos que pese a encontrarse delante de los ojos, puede pasar inadvertido con el filtro del sentimiento forofista, que tiende a no relativizar los acontecimientos y a tomarlos como un todo absoluto. En claro, queremos que el equipo gane siempre y sea el mejor, sin atender a sus circunstancias. El partido ante el Betis dejó en evidencia algunas de esas obviedades que no por serlas carecen de dificultad.
La más evidente es que el equipo sigue compitiendo. Lo demuestran los números, si tienen dudas aquellos que no ven más allá del partido a partido y pierden la visión de conjunto. En los seis primeros partidos de la segunda vuelta, el Sporting ha sumado 4 puntos más que en el mismo número de encuentros de la primera. Echen las cuentas. Sin embargo, la acumulación de empates podría hacer pensar lo contrario. Si la tendencia se mantiene, parece una obviedad decir que la permanencia estaría asegurada.
También resulta obvio que la defensa sigue siendo el principal baluarte, como lo fue en Segunda. El pánico provocado por la lesión de Bernardo está superado. El juvenil Meré, que nadie olvide el apelativo juvenil, crece de forma exponencial en cada encuentro que disputa. Si se le suma la ya reconocida solvencia de Luis Hernández y Cuéllar, más la tranquilidad de haber resuelto las alternativas en el lateral izquierdo, queda por analizar el fichaje de Vranjes.
Tiene pinta de marine bosnio, aunque Bosnia no tenga mar. Es corpulento, aguerrido, experimentado y duro. Nada más llegar presentó sus credenciales: puede pasar la pelota, pero no el jugador. Hacía falta contundencia atrás, era obvio, y ha llegado. La muestra, la tarjeta por partido que acumula. No se pueden ignorar sus limitaciones de medio campo hacia arriba, donde Lora es más resolutivo.
Y si hablamos de Vranjes, hablamos de potencia física. El Sporting ha echado cuerpo, ahí está también Rachid, ahora fiel escudero de Sergio Álvarez, que continúa creciendo y compitiendo. Pero, por el contrario, en el Benito Villamarín fueron obvios los problemas que causaron la escasa planta física de Carlos Castro y Halilovic. No pongo en duda su calidad. El partidazo y golazo de Castro, y el pase y entrega de Halilovic. Pero se hincharon a perder balones acosados por las dimensiones de centrales y mediocentros béticos. No son jugadores llamados a retener la pelota, a jugar de espaldas esperando la incorporación de compañeros, a fijar centrales.
Su juego es, obviamente, otro. El que seguro buscaba Abelardo y que facilitó el gol del Sporting. Rapidez y combinación de contraataque hacia el área contraria que propició el gol. Y hoy no nos vamos a quejar. Aunque con Guerrero tocado, y Sanabria y Ndi lesionados, eché en falta un jugador capaz de fijar centrales y aguantar el balón para evitar las repetidas pérdidas. Es muy duro sufrir tanto.
Punto a punto, como decía Boskov, se suma aunque sea en corto. Así se ayudó a subir y también se puede alcanzar la permanencia en Primera. Resulta obvio.
