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Recapitulaciones de la Euro 2016

Vicente del Bosque, ni una mala palabra ni tampoco una buena decisión en el banquillo

Cuando escribo este artículo, siguen disputándose los encuentros finales de la Eurocopa, y nuestra selección ya lleva días de vacaciones. Por eso es el momento de comentar y analizar, situaciones vividas en dicha competición, por los distintos componentes del equipo de España, así como otras coyunturas llamativas, ligadas a la propia competición. Porque de carácter general, no pasara a la historia por el fútbol exhibido, sórdido hasta la saciedad, con poquísimas excepciones. Omitimos, con conocimiento de causa, por lo detestable, los enfrentamientos de personas ajenas al deporte.

JUGADORES: ha quedado sobradamente demostrado, en el mundo que habitan estos deportistas, y cuáles son sus pensamientos hacia los demás. Pedro, antes Pedrito, suelta la lengua en un momento importante para el equipo, haciendo patente su disgusto por no ser titular. Debería de mirarse un poco más interiormente, antes de "rajar" de esa forma, y preguntarse lo que ha hecho para merecer estar entre los mejores del fútbol español. Sergio Ramos, creo que ya he dejado claro en anterior artículo, lo que este futbolista representa como modelo para la juventud. El más expulsado en la historia del Madrid. El egocentrismo elevado a la máxima potencia. Con su actitud en el penalti contra Croacia, no era merecedor de mejor desenlace que el que resultó. La foto que buscaba, tipo Ronaldo, con despojo de camiseta incluida, se le "chafó". Jordi Alba, teniendo la desfachatez de asegurar que la prensa era la culpable de todo. Fue un dechado de "lenguatez" vergonzosa. Reincidente, porque este trámite ya lo suele utilizar en su club, cuando las cosas van mal. Actitudes, en suma, que resumen, de forma clara y diáfana, lo que estos personajes representan: ídolos millonarios, capaces de cualquier cosa, factor esencial, con tal de mantener sus privilegios, que les garantice la supervivencia.

Seleccionador: Vicente del Bosque debería ser digno de estudio, por un grupo de psicólogos y sociólogos, y comprobar en sus resoluciones finales, si es algo insólito y excepcional en el mundo del deporte, y más concretamente en el fútbol, por todo lo que en él se descubre transitando en su cargo. Ni una mala palabra, ni tampoco una buena decisión en el banquillo de forma continua, en los últimos tiempos. Arropado, no se sabe porque naturaleza celestial, es capaz de cambiar la opinión de más de un periodista que siga a la selección. Bastan diez minutos de charla, para convertirlos a su doctrina. Decir que "no pierdo ni diez segundos en ensañar quien debe tirar un penalti", es cuando menos para preguntarle a cuantos cursos de actualización y reciclaje ha asistido, desde que sacó el título nacional. Porque esta es otra, se dedica a dar charlas, pero nunca en sus intervenciones profundiza en situaciones técnicas ni tácticas, solo habla de estilos, pautas, procederes. Mientras que a compañeros de profesión, con muchísimo menos nombre, pero quizás con muchísimos más conocimientos, se les ponen las máximas trabas para poder desarrollar su profesión, trabajar para poder mantener a su familia, al seleccionador no se le exige nada que refuerce su profesionalidad. Alguien que está dirigiendo el magisterio en las titulaciones de los entrenadores desde Las Rozas, debería de recapacitar y tratar de enterarse que existe algo que se llama equidad. Bajarse de un pedestal ficticio, sería deseable, por el bien de la justicia deportiva. Las facilidades para titular a los famosos, ya rayan en lo inconcebible e intolerable. Lo pagará nuestro fútbol, seguro. Acabar una etapa de seleccionador descubriendo quién eres en verdad, indica la auténtica personalidad que ocultaba Del Bosque. Con el tema final de Casillas, (a quien ya todos conocíamos), es la demostración del déficit de presteza y celo. El casting para la sucesión del seleccionador, está abierto. Demasiados dispuestos a sacrificarse, si el país los precisa.

Prensa: Intereses creados en ciertas cadenas para cubrir el evento, en un tiempo de nula actividad competitiva, hacía que se volcaran de tal forma que rayaba la incompetencia informativa, pretendiendo hacer ver a los espectadores, todo lo contrario a los que estaba sucediendo. Los clásicos "voceros" capitalinos, y algún técnico adherido, dieron tal recital de incongruencias narrativas, que causaban sofoco. Pero había que evitar las pérdidas millonarias, que entrañaba una España eliminada.

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