La tendencia natural del fútbol es ir de la primera persona del singular a la segunda del plural: pasar de la excesiva conducción del balón a darle uno o dos toques y moverse. Hay a quien le gusta el juego más directo: similar al modo imperativo del verbo: recto e implacable. Lo ideal sería manejar más de un idioma pero eso resulta siempre más costoso: contar con distintas características en una sola plantilla viene a ser como poder ir a estudiar idiomas al extranjero. Lo normal es que, salvo excepciones, los equipos de fútbol dominen una lengua y, con suerte, chapurreen alguna que otra; tengan un estilo definido y, a trancas y barrancas, puedan adaptarse a diferentes circunstancias. Sin embargo, Fernando Hierro ya expresó en público su deseo de que el Oviedo sea un equipo políglota. A todos nos gustaría que fuese así, pero dicen los buenos traductores que tan importante como conocer el idioma que traduces es conocer el tuyo propio. Además, cada palabra tiene a sus espaldas una historia particular. Hablar con fundamento, escribir algo que merezca la pena y jugar un fútbol memorable requieren dosis importantes de responsabilidad.

Se empieza por juntar sílabas (pegarle al balón) y se acaba por construir frases (dar un pase correcto). La velada matinal contra el Rayo fue una terapia de autoestima: palabra compuesta y evitable, pues dicen agoreros y puristas que mala cosa si tienes que recurrir a dos palabras para nombrar un solo concepto. Terapia que significó sol agradable, firmeza defensiva, aficionados de Vallecas, victoria local...

El partido acabó siendo el mejor de los westerns: Michu como Ethan, el protagonista de "Centauros del desierto" contra Piti y Trashorras como Butch Cassidy y Sundance Kid, protagonistas de "Dos hombres y un destino".

Pudo la ilusión del regreso contra la veteranía curtida en mil batallas. Michu dio un pase de gol y provocó un penalti: dos balas para derribar la amenaza rayista que por presupuesto y nombres aspira a lo máximo en la categoría.

El primer gol lo marcó Linares y el segundo Toché. La clase de idiomas resultó un éxito. En el western vencieron los buenos y los verbos más conjugados fueron "lanzar" y "correr". Sacados de su contexto, podrían ser verbos propios también del atletismo. Pero no me pondré exquisito: este verano estuve en Londres y por más que me aplicaba al hablar, siempre adivinaban que era español.