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Defender a toda costa

El Oviedo no encaja, y eso, en una categoría donde los partidos se resuelven por detalles, te da la vida

Hay un dicho inglés que, traducido al castellano, viene a decir algo así como: "Si algo no está roto, no intentes arreglarlo". Pues eso. Después de los titubeos iniciales, parece que Hierro ha dado con la tecla. Quizás la nota que sale de ahí no sea demasiado sonora, puede que incluso por momentos suene rara, porque poner a Linares por una banda y a Rocha por la otra muy normal no es. Pero la partitura, parece, que empieza a encajar.

Otra cosa es que la melodía suene todo lo bien que a los aficionados nos gustaría. Porque, admitámoslo, el Oviedo no juega bien al fútbol. De hecho, ahora mismo está muy lejos de hacerlo. Pero el caso es que el equipo funciona. No encaja (a veces por suerte) y eso en una categoría como la Segunda División, donde los partidos se resuelven por detalles mínimos, te da la vida.

Aún así, detrás de ese buen muro defensivo carbayón hay varias consecuencias. Al Oviedo no le meten goles por el sufrido desgaste que hacen los once en el terreno de juego, un esfuerzo brutal, que provoca, por ejemplo, que Toché y Michu acaben los partidos exhaustos. Justo en el momento clave y en el que más se les necesita, cuando hay que rematar y cerrar los encuentros, a partir de ese fatídico minuto ochenta. Correr detrás del balón sin tocarlo cansa, y mucho.

Pero la solidaridad en el fútbol es así, y en este máster acelerado que estamos haciendo de Segunda División vamos viendo que tener una buena defensa es algo esencial. Una de cal y otra de arena, porque aún reconociendo las virtudes de ese empeño por no encajar pueden derivarse varios problemas en otras líneas, que sería peligroso que acabaran cronificándose.

Por un lado, esa obsesión por defender y defender puede hacer que el Oviedo acabe definitivamente por renunciar al ataque. Algo peligroso, porque por muchos empates que se saquen también hay que ganar algún partido de vez en cuando. Algunas declaraciones de Hierro no animan a pensar que se va a mejorar en esta parcela dejando toda la producción ofensiva del equipo en manos (o mejor dicho en los pies) de la gente de arriba. Como si del libre albedrío se tratara. Hombre, eso igual hay que trabajarlo un poco también, y no dejar que todo fluya como si fuera a surgir de forma natural. De momento, la prioridad es defender a muerte.

También puede ocurrir que por muy bien que se defienda el plan no siempre salga bien y se acabe encajando. ¿Y entonces? Habrá que tener otro plan, al menos. ¿Lo hay?

Hay un tercer factor, no menos importante. Tanto defender puede provocar que el Tartiere se aburra, que aparezcan bostezos, caras largas, los cánticos cesen, y, lo que es peor, pitos. Y ya la tendremos otra vez liada, como en los primeros partidos, cuando se intentaba alguna cosa más en ataque, pero se descuidaba un poco más la defensa. Es un escenario, quizá, demasiado catastrofista, pero posible.

Cuadrar todo este círculo es complicado. En el plano defensivo el trabajo parece que va encaminado, los resultados van llegando, las aguas corren ahora más calmadas, las tardías camisetas se venden como rosquillas, y la grada está contenta. Pues eso, que si no está roto, tampoco hay por qué arreglarlo. De momento.

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