Lo peor de una derrota en las vísperas de un parón liguero por los partidos de selecciones nacionales es que dura mucho la digestión de la pérdida de puntos. El puntaje del Sporting, que diría el sabio argentino, es muy bajo. No llega a punto por partido. Una simple regla de tres pronostica los puntos que el equipo alcanzará en los treinta y ocho partidos de Liga con el ritmo actual de suma. No llega para la permanencia.

Lo peor de todo, damas y caballeros, señoras y señores diputados, es que, una vez más, el Sporting dio la impresión de que pudo ganar a un Málaga, que se ha ido a la mitad de la tabla, en el mar de la tranquilidad. Como en Vigo o en La Coruña fueron fallos puntuales los que echaron por tierra las esperanzas de dar, por fin, una alegría al amplio mundo rojiblanco, que se llena cada semana de preocupación. Hay formas y formas de perder y este Sporting parece elegir siempre la peor. El gran timonel lamentaba al final del partido de La Rosaleda que dos goles fuera de casa no hayan servido para nada. Dos goles, y vaya goles. El de falta de Cop habrá que guardarlo en el archivo de los grandes momentos. Pero da la impresión de que se ha quedado en nada por la derrota.

No conviene esconder la realidad de que el equipo está jugando mal, aunque demuestra que sabe hacerlo bien. Véase el primer tiempo del partido contra el Sevilla. El equipo juega bien cuando las líneas se juntan y cada jugador cumple su misión con dedicación y sin errores. En el fútbol moderno en el que todo se mide se tienen muy en cuenta los kilómetros que recorre cada equipo en cada partido. Pues bien, el Sporting corrió más kilómetros que su rival de la noche del viernes, pero el que menos corrió ganó. El dato quizá sirva para sentenciar que los jugadores dieron la cara y se esforzaron. El dato, como los golazos de Viguera y Cop, no sirve de nada. Y es una pena porque las jornadas pasan y el equipo no sale del descenso. Nada irreparable por lo demás porque la salvación sigue estando a tiro, a la espera del cierre de esta jornada.

Quedan ahora dos semanas para mascar la derrota y buscar soluciones a los problemas que se le ven al equipo, que son varios y, sin duda, estarán detectados por el abatido gran timonel y sus colaboradores. Es muy temprano para realizar cualquier balance de situación, pero parece claro que hay jugadores considerados en el arranque de Liga que lejos de ser auténticos refuerzos van camino de convertirse en serios problemas. El equipo que encantó ante el poderoso Sevilla decepcionó ante el vulgarote Málaga, cuyo entrenador, Juande Ramos, se da el lujo de prescindir de Jony a la media hora de partido "porque el equipo no funcionaba". Cosas veredes.

Lo que se convierte en indiscutible es la necesidad de superar en el Anfield del Piles a una Real Sociedad lanzada.

En la espera de ese partido, las buenas costumbres han de mantenerse por encima de todo; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿a qué jugador de la actual plantilla le ha puesto una cruz Esuperio, harto de decepciones? La lista no puede ser muy larga. Próxima parada, Capuchinos.