Mis amigos más cercanos, que son quienes habitualmente sufren mis escritos, suelen referirse a ellos cariñosamente (o eso me gusta creer) como "ladrillos". La razón es, y lo reconozco, la excesiva extensión en la que casi siempre incurro, cuando trato cualquier tema que se me viene a la cabeza. Qué le voy a hacer. Aquello tan manido de que lo bueno si es breve, dos veces bueno, tengo claro que no se hizo para mí. Mi abuela, que en paz descanse, desde que yo era muy pequeño se dio ya cuenta de mi facilidad para la dialéctica y recuerdo cómo con su acento andaluz, que jamás llegó a perder a pesar de toda una vida en esta región, decía orgullosa a mis padres: "Mi ángel -pues así se refería a mí-, con esa labia que tiene, será cura o político". La pobre no se hubiera ganado la vida como adivina, pero en lo de la labia no erraba lo más mínimo. Y al final, cuando escribo, no hago sino descargar sobre un papel toda esta incontinencia verbal, que se apodera de mí cada vez que me enfrento a un folio en blanco.

Viene todo lo anterior a cuento (y aquí son ustedes muy libres de creerme, o pensar por el contrario que voy de farol), de que les aseguro que tenía escrito uno de esos "ladrillos", sobre la situación actual del Sporting. Porque, en esto convendrán conmigo, cualquier aficionado de a pie, se pone a analizar el pasado, presente y futuro del equipo de esta nuestra hermosa villa marinera, y le puede dar para escribir la Biblia en verso. Así que imagínense en alguien con mis "antecedentes". Cuando quise darme cuenta ya había pasado del Pentateuco, o lo que vendrían a ser mis recuerdos de niñez allá por los inicios de los ochenta, al Apocalipsis actual, sin dejar a un lado por supuesto el Cantar de los Cantares, que se correspondería con nuestro añorado "Sporting de los guajes".

Fue entonces cuando me hice la pregunta: ¿de verdad aporta algo volver a comentar lo que el noventa y nueve coma nueve por ciento de los sportinguistas conocemos, para nuestra desgracia, más que de sobra? ¿Alguien a estas alturas en su sano juicio se va a creer por ejemplo las últimas declaraciones del Presidente, el hijo del único, real y todopoderoso jefe, anunciando su marcha del club en dos o tres años? ¿Todavía hay en serio alguien que les dé un mínimo de credibilidad a quienes durante más dos décadas han llevado al club al borde de un precipicio, del que solo unos guajes por los que nadie daba un euro le libraron? ¿Hay alguien acaso en Gijón que todavía no sea conocedor de que en esta tierra, paraíso natural de los más variopintos 'chiringuitos', el de Mareo es uno de los que a más personas proporciona un idílico retiro dorado? Y la respuesta a todas estas preguntas fue un rotundo no. Un no tan grande como la deuda de este club, que cuanto más dinero entra, más sale no sabe muy bien por dónde.

No obstante, me voy a permitir rescatar alguno de los pasajes de los últimos párrafos de mi "ladrillo", dejando el resto para el olvido. Aquellos fragmentos con los que no pretendía otra cosa que no fuera intentar sembrar un mensaje de optimismo, con la esperanza de que este pudiera germinar en los fértiles y agradecidos corazones rojiblancos. Soy consciente de la dificultad de lograr mi objetivo, pero aun así déjenme intentarlo. Les invito para ello a que repasen las estadísticas, los números y la situación por la que navegaba la nave rojiblanca hace justo ahora un año. Casualidades de la vida y que en el fútbol no son la excepción, el último rival que nos 'pintó la cara' en el 2015, por si no lo recuerdan, en una jornada que se disputó coincidiendo casi con las campanadas (la primera y seguramente la última vez que pudimos disfrutar de fútbol en Navidad) fue también el Eibar. Y repasen la sucesión de derrotas que llegaron tras aquélla en Ipurúa, en un mes de enero que sirvió para que se disparasen todas las alarmas. Cierto que a aquel equipo se le perdonaba la inexperiencia, porque su actitud sobre el campo era siempre modélica y hasta el último balón en juego, en El Molinón sobrevolaba una sensación, casi palpable, de que algo podía suceder (¡qué diferencia!, ¿verdad?). Pero el dato objetivo es que finalizada la primera vuelta, ocupábamos puestos de descenso y no eran muchos los que daban un euro por nuestra permanencia en Primera.

¿Por qué no vamos a ser capaces entonces de repetir la historia? Lo maravilloso del fútbol es que lo que hoy es negro mañana puede ser blanco. Basta que entre la caprichosa pelotita entre los tres palos... de la portería contraria, lógicamente. ¿Qué quieren que les diga?: yo estoy convencido de que sí lo conseguiremos. Pero para ello es indispensable también que Abelardo, se deje de improvisar al piano buscando no se sabe qué tecla y consiga que los nuestros ejecuten con seguridad la partitura cuya melodía es la que mejor le suena a esta afición: la de no rendirse nunca jamás. Y para eso, creo que todos tenemos muy claro para empezar, a qué jugadores hemos de recurrir. De ser así, el míster puede estar seguro de que El Molinón volverá a engancharse al equipo. Porque a pesar de todas las críticas recibidas y más que merecidas, esta afición está loca por volver a soñar y a vibrar con los suyos. Y por favor: aquellos jugadores que no estén por la labor, tengan a bien dar un paso a un lado (mejor incluso si son dos) y al menos, no estorbar ni generar malos rollos en el vestuario. Se les pagará lo que les corresponda aunque no lo merezcan, porque a fin de cuentas, el error fue de quien apostó por ellos. Podrán irse después con viento fresco a donde alguien les siga pagando generosamente su falta de compromiso y profesionalidad.

Les cuento para acabar un secreto: este año, convencido a pies juntillas de que la próxima temporada seguiremos en Primera, lo único que les he pedido a los Reyes Magos es que por favor, de una vez por todas, alguien, aunque sea sin querer, por pura probabilidad estadística, haga las cosas bien en este club, profesional de categoría, pero amateur y chapucero a más no poder en su gestión del día a día. Claro que también es verdad que gracias a este descontrol (mi opinión es que interesado) y sucesión de continuos despropósitos, no son pocos los que en dentro del Sporting han vivido y siguen viviendo a cuerpo de rey (empezando por el que ustedes y yo sabemos). Lástima que luego de magos, estos reyes no tengan nada. ¡Carbón para todos ellos!, por favor. Pero autóctono, faltaría más; ¡será por perres! Para Fernández la caravana de camiones amenazaría con colapsar el Huerna...

¡Aúpa Sporting! Y que la fe nos acompañe a todos en este 2017.