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De cabeza

Las explicaciones

Nos agarramos al factor campo con la fe y el entusiasmo de los más creyentes

Cuando el título de algo exige una explicación pueden ocurrir dos cosas: o está mal titulado o se pretende llamar la atención. Explicar es enseñar la trastienda de un enunciado y sabemos que es en las trastiendas y no en los escaparates donde se encuentra el sentido de la vida. Cuando a Jota, el líder de la banda "Los Planetas", le preguntan por el sentido del título de su nuevo álbum: "Zona temporalmente autónoma", hace mención a una obra titulada igual escrita por el ensayista Hakim Bey donde se anima a "liberar la propia mente de los mecanismos que han sido impuestos sobre ella". Cada vez que el Oviedo juega en el Tartiere cualquier mecanismo impuesto se libera a ritmo de goles (a balazo limpio, si utilizamos la imagen de Machín, entrenador del Girona). El estadio ovetense es nuestra zona temporalmente autónoma. Elementos opresores de los que liberarse hay tantos como rivales en el campeonato. Una lectura más ingenua de esa zona autónoma, más tradicional, hablaría de una arcadia, de un paraíso. Nadie quiere pensar que en el fútbol todo material es perecedero y nos agarramos al factor campo con la fe y el entusiasmo de los más creyentes. Mi zona temporalmente autónoma es afirmar a menudo que, yo, con respecto a la posibilidad de jugar la promoción de ascenso, sigo siendo escéptico; que con estar cada vez más lejos de los puestos de abajo ya me conformo; que hasta que no lo vea matemáticamente no me haré ilusiones. Se nota que lo mío nunca fueron los números: qué tendrá que ver la ilusión con las matemáticas. Es todo mucho más sencillo y contradictorio: cuanto más me cubro las espaldas, más deseo que suceda lo que niego. Pero mi capacidad de autosugestión es tanta, que si ustedes me preguntan, esgrimiré una gélida desconfianza. La realidad no la tengo de mi parte: parece que el Oviedo ya no está tan de paso por lo alto de la clasificación. El Girona vino a nuestra fiesta de cumpleaños con el objetivo de arruinarla. Y a punto estuvo. Fue un rival tan generoso y valiente que acabó honrando y colaborando con la celebración.

Temo liberar mi propia mente porque me pesa la historia y me intimidan las posibles ilusiones perdidas. Pero el equipo, y en especial Toché, se empeñan en desatar la rebelión en mi cabeza. Toché lo hace como se hacía en el fútbol de antes: encarnando al clásico nueve de toda la vida. Ese que, aunque con los tiempos ha adquirido la costumbre de trabajar en silencio, no ha perdido la capacidad de disimular que no está hasta que aparece en el momento oportuno.

Según Manuel Vázquez Montalbán (cuánto le debemos y no lo reconocemos suficientemente) el delantero centro fue asesinado al atardecer, así se titulaba una de las célebres novelas protagonizadas por el detective Carvalho. Pero ha resucitado porque los héroes populares siempre vuelven. Y lo ha hecho para confirmar con creces aquello de lo que se le acusaba: "habéis usurpado la función de los dioses que en otro tiempo guiaron la conducta de los hombres, sin aportar consuelos sobrenaturales, sino simplemente la terapia del grito más irracional".

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