Presenciando el pasado derbi asturiano, y viendo el número de jugadores asturianos en la alineación del Sporting, me vino a la memoria cuando en la tarde del martes 28 de marzo de 1978, se inauguraba oficialmente la Escuela de Fútbol de Mareo. El firmante acababa de ser nombrado secretario del Comité Asturiano de Entrenadores de Fútbol, y tuve que representar a los entrenadores asturianos en el evento, por ausencia del presidente, Horacio Leiva. La efeméride contó con la presencia del por entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Pablo Porta, y Manuel Vega- Arango, presidente en esos momentos del club, así como el entrañable directivo Miguel Díaz Negrete, arquitecto que realizó todo el proyecto de forma altruista para el club, y gracias a aquellos cincuenta millones de pesetas que pagó el Athletic, por el fichaje de Churruca. Por entonces, nadie se podía imaginar lo que en el futuro seria el maravilloso espacio para la cantera del Real Sporting, que en aquellos tiempos no paraba de deambular de un sitio a otro, siempre por terrenos poco válidos para la completa formación del futbolista. Lo anterior no era óbice para que el jugador que de verdad reunía condiciones saliera adelante. Más de un ejemplo hubo.

Ya ha llovido desde entonces, y abundante ha sido la materia prima que la citada escuela ha dado, tanto al fútbol gijonés como al nacional. Era la envidia de todo aquel que la visitaba, y sobre todo, de los jugadores que salían de la misma y que eran codiciados por los grandes equipos de la época. Muchas personas han sido responsables del discurrir de la escuela, y los nombres deben de estar en la memoria de los que de verdad conocen la historia de la academia rojiblanca. Desde directores extraordinarios, hasta entrenadores que se desvivían porque a los terrenos de Mareo llegaran las más firmes promesas del fútbol asturiano. Y quisiera que se me permitiera nombrar a uno que siempre estuvo en un segundo plano, y que fue el verdadero artífice de traer para la base sportinguista a los mejores.Cada fin de semana observaba un mínimo de ocho o diez partidos, por los terrenos de cualquier campo, por muy recóndito que éste se encontrara. Me estoy refiriendo a José Fernández, "El Negro" (q.e.p.d.). Abundantes han sido los futbolistas que él consiguió transportar para Mareo, y que todavía hoy siguen jugando en la Primera división española, y alguno en clubes foráneos.

Por eso, uno observa la producción futbolística de la Escuela de Mareo y se apena del poco rendimiento que la misma logra para el primer equipo. Pese a la serie de ventajas de toda índole que tiene, se encuentra en un letargo enrevesado de despertar, porque se mira más a aspectos propagandísticos, que a la verdadera finalidad para la que se creó. Sería interesante saber el verdadero coste anual de la escuela para valorar a cuánto sale el jugador que es capaz de llegar al primer equipo. Pero es tema difícil de conocer, como todos los lectores de LA NUEVA ESPAÑA se pueden imaginar. Que no sea capaz de producir un simple defensa lateral es algo increíble y que debería dar que pensar al consejo de administración. Los dieciséis fichajes de la pasada temporada (en esta ya vamos por diez), es algo para reflexionar. Pero lo que más llama la atención es que un club denominado de cantera, tenga la friolera de seis jugadores cedidos. Es decir, que hacemos jugadores para otros, cuando debería de ser al revés: moldear a los nuestros para darles cabida en el primer equipo.

La Escuela tiene defectos enquistados, pero no estamos para publicitarlos, quizás ese aspecto corresponde analizarlo a los que mandan. Si los máximos responsables del club trataran de estudiar este tema, con la suficiente imparcialidad y rigor, sin hacer caso a personas que les halaguen los oídos, estamos seguros de la metamorfosis de la Escuela de Mareo para lograr los excelentes frutos de antaño.