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Pablo González

La hora de un gestor de crisis

El partido en Barcelona medirá la capacidad de reacción del banquillo

El partido que el Sporting tiene mañana en Barcelona ante el filial blaugrana es de esos que tienen más trampas que una película de chinos. Los rojiblancos saltarán a un campo lleno de minas. Y lo harán en su peor momento de juego y de confianza de la temporada, plagados de bajas y con buena parte de la afición poniendo en duda la viabilidad del proyecto y pidiendo cabezas en bandeja de plata.

Para colmo, el Barça B no es el mejor rival para un equipo que se desliza desde hace semanas por una peligrosa pendiente. Más que nada porque -además de por lo imprevisible que son los filiales- el de el Mini Estadi es de esos encuentros en los que, y sobre todo para un supuesto aspirante al ascenso, hay muy poco que ganar. En condiciones normales sacar los tres puntos sería obligado. Perder se entendería como un fracaso. Y tal como está de revuelto el patio sportinguista el fracaso podría acabar en una revuelta en el próximo partido en El Molinón.

Con este oscuro panorama parece claro que el Sporting necesita un buen gestor de crisis. Herrera podrá demostrar si lo es y si es capaz de montar un equipo solvente con los mimbres que le quedan. Dando por buena la versión del entrenador de que en la plantilla no hay líderes, la posibilidad de que la crisis desemboque en una autogestión del vestuario parece complicada. El partido de Barcelona también servirá para ver si Herrera ha dejado de lado la alquimia táctica, como la de jugar con Pablo Pérez como falso nueve. O para comprobar, ahora que no hay otro remedio por la plaga de lesiones musculares, si realmente cree en la cantera o simplemente los chavales de las categorías inferiores del Sporting son un lujoso objeto decorativo para mantener en uso los 112.000 metros cuadrados de Mareo.

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