Uno de los inicios más famosos de la historia de la literatura es el del libro de León Tolstoi, "Anna Karenina". Más o menos vendría a decir que "Todas las familias felices son iguales, las infelices lo son cada una a su manera". Todas las aficiones felices somos iguales y el sportinguismo tiene ahora motivos más que suficientes para serlo. Una de las características que nos iguala es la de la ambición y otra el inconformismo. Si se hubiera realizado una encuesta hace una semana, antes de enfrentarnos a Huesca y Rayo Vallecano, seguro que muchos hubiéramos dicho que no perder ninguno de los dos partidos estará bien, que sumar cuatro puntos sería fantástico y que en los seis encontraríamos el éxtasis. Con los seis en el casillero somos insaciables y todo lo que no sea traer los tres puntos de Almería sería un fracaso, lo mismo que dejar escapar algún punto contra el Reus y? Es lo que tenemos los aficionados y lo que no deben tener los profesionales: exceso de euforia. Sin embargo para llegar a este estado de felicidad no hay que olvidar que hasta no hace mucho fuimos infelices a nuestra manera. Noviembre y la derrota en el derbi (el mes pasado) fueron mazazos de los que el equipo se fue levantando poco a poco gracias al orden lógico de Rubén Baraja, a los refuerzos invernales y al trabajo de una plantilla en la que cada uno, a su manera, se va sintiendo importante.

¿Puede un partido de fútbol en el que únicamente se anota un gol y además en propia puerta ser un gran espectáculo? Los espectadores que vieron el partido del sábado podrán corroborar que sí. Parte de la culpa de la ausencia de más goles la tuvieron los dos porteros. Alberto, uno de los nuestros, realizó tres paradas sensacionales: el tiro de falta de Rubén, el cabezazo de Santos y el mano a mano con el atacante uruguayo.

Cuando el sábado el árbitro decretó el final del partido varios jugadores rojiblancos se juntaron en un abrazo en el centro del campo. Eran conscientes de la importancia de tres puntos sumados ante el mejor rival, junto con el Huesca, al que se han enfrentado esta temporada y con el que probablemente se van a tener que jugar una plaza por el ansiado ascenso. Sin embargo un jugador del Sporting no se unió a la improvisada piña y, en vez de eso, corrió hacia la portería para abrazar a un Diego Mariño que levantaba los brazos al cielo de la noche gijonesa. Dicen las cifras oficiales que el sábado acudieron al campo más de 21.000 espectadores. El abrazo de Jordi Calavera al portero rojiblanco fue el abrazo que le hubiéramos querido dar todas las personas que acudimos el sábado al Molinón (excepto los aficionados vallecanos que acudieron en buen número) para reconocer no solo las cuatro intervenciones salvadoras a las que ya nos tiene acostumbrados, sino la seguridad que trasmite en casi todas sus acciones.

Del potencial del equipo al que nos enfrentábamos el sábado dan cuenta tanto el nombre de los dos primeros jugadores que salieron del banquillo, Armenteros y Javi Guerra, como el de los jugadores que fueron sustituidos, Embarba y Óscar Trejo. Y el partido respondió al nivel de los jugadores y todo se decidió por un error "forzado" por un robo de balón de Jony y por una magnífica asistencia de Santos. Pero el partido nos deja varias imágenes como la aplicación tanto de Jony como de Carmona en tareas defensivas, el trabajo de Bergantiños y Sergio en la medular o que los últimos minutos del partido se juntaran en el campo Guitián, Canella, Sergio, Jony, Nacho Méndez y Pablo Pérez. Seis jugadores con pasado en el filial para enfrentarse a uno de los rivales más en forma del campeonato. Cuando éramos infelices a nuestra manera (en noviembre, sin ir más lejos) este Sporting pasó a la historia por alinear por primera vez un once sin asturianos.

Quedan diez partidos, esos diez a los que Luis Aragonés decía que había que llegar en disposición de pelear por los objetivos, y a la causa sportinguista se ha sumado El Molinón. Un campo que necesita motivos para apretar; los tuvo en la época de Preciado, los tuvo en la de los guajes de Abelardo y ahora está viendo que su voz va a ser necesaria de aquí a final de temporada.