"Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así". Este inicio de novela se le podía haber ocurrido a cualquiera, pero fue Delibes el que decidió iniciar de este modo su libro "El Camino", y nos sirve perfectamente para echar una mirada al partido que el Sporting disputó el sábado en Zaragoza y que se saldó con una derrota tan poco merecida como también lo fueron otras victorias cuyos puntos han llenado el granero que nos permite enfrentarnos a estas últimas cuatro jornadas con opciones de ascenso.
En realidad, visto el ambiente previo, el partido ya parecía de Primera División. Lleno en La Romareda, público que aprieta, mosaico inicial y miles de aficionados sportinguistas en las gradas. Ambiente extraordinario en muchos campos y de lo más común por estos lares. El equipo maño ganó con las mismas armas con las que el Sporting ha recolectado muchos de esos granos: aprovechar algún que otro error ajeno, presión del público y que tu portero entre en una cabina y se ponga la capa de Superman.
Lo negativo nos lo deja el resultado y algún que otro despiste; lo positivo, el resto. No coincido en la versión oficial de que el Sporting tiró el primer tiempo. La falta de Carmona o el remate de Nano de cabeza pudieron haber encontrado el premio y el dominio del equipo maño no fue tan evidente o al menos no se transformó en multitud de ocasiones de gol.
Lo esperanzador lo encontramos en el segundo tiempo. El Sporting arrolló al Zaragoza en su campo y ante miles de aficionados y eso sólo está al alcance de un equipo maduro, que cree en lo que hace y que tiene jugadores capaces de darle la vuelta a cualquier resultado. La cifra de veinte saques de esquina indica bien a las claras en qué lado del campo se atacaba y cuál se defendía con apuros. Nadie dijo que esto iba a ser fácil y si echamos la vista hacia la Prehistoria del horrible mes de noviembre nos encontramos con un equipo roto, con Isma López de mediocentro, con Santos en la izquierda y con un rosario de alineaciones a cada cual más sorprendente. En el Neolítico del mes de febrero teníamos un equipo en construcción que alternaba buenos partidos en casa con desastres a domicilio que en sus quimeras albergaba la remota posibilidad de arañar un puesto de promoción a ver si por casualidad el burro tocaba la flauta de Bartolo. Hoy la promoción es casi un fracaso porque el objetivo es el ascenso directo, pero, y esto es lo más positivo de la imagen del equipo tras el partido del sábado, el Sporting es un rival que, en el caso de que tuviera que jugársela en esos posibles cuatro partidos, está perfectamente capacitado para hacerlo. En la Edad Moderna de hace tres o cuatro partidos no lo teníamos tan claro.
Restan cuatro partidos, pero solo importa el primero. Al Barça B hoy lo vemos como un rival fácil, mañana repasaremos su alineación y empezaremos con eso de "con los filiales nunca se sabe", el viernes Aleñá será un trasunto de Messi y el sábado pensaremos que nos vamos a enfrentar al City de Guardiola. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero "El camino" del ascenso hay que sudarlo.
"Queréis el ascenso, pero el ascenso cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor". Debbie Allen no es Delibes, pero el personaje de profesora de baile que encarnaba en la serie ochentera "Fama" ya les advertía a sus alumnos que eso del éxito no era un camino fácil. Si pensamos que en los partidos que quedan los equipos contrarios van a estar formados por teletubbies lanzando flores al paso de los jugadores nos equivocamos. Los rivales juegan y tienen la fea costumbre de querer ganarnos y además da la casualidad de que al Rayo y al Huesca también les hace ilusión eso de ascender. Peor estuvimos esos horribles minutos que transcurrieron entre el pitido final en Castellón (junio de 2008) y el aviso de los goles del Alavés a la Real Sociedad. Si nuestro corazón soportó aquello, también podrá con esto. ¿Algún cardiólogo en la sala?
