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Escalador y editor

Un gran premio para dos supervivientes

El "Princesa de Asturias", un reconocimiento a dos formas de entender el alpinismo en los años 80

Hace una semana que se cumplía el cuarenta aniversario de la escalada al Everest sin oxígeno por Reinhold Messner y Peter Habeler, un logro cuya posibilidad de consecución negaban algunos científicos y buena parte de la comunidad alpina. Ellos lo lograron y cambiaron las leyes de la naturaleza. El 8 de mayo de 1978 es un hito para la exploración del hombre y la Tierra.

Messner, en 1978, ya era un superviviente. Ocho años antes, con su hermano Günther, había ascendido el Nanga Parbat por la pared del Rupal. Era la primera vez que se conseguía. Con sus 4.500 metros es el muro de roca y hielo más alto de la Tierra. Tras lograr la cumbre descendieron por la vertiente del Diamir para lograr la primera travesía del Nanga Parbat. Su hermano murió en el descenso, él siguió luchando. Tras cinco días sin comer, con alucinaciones, arrastrándose, se encontró con unos pastores. Sobrevivió.

Aquel viaje, según Messner, fue la experiencia más terrible y, al mismo tiempo, más importante de su vida. En su libro "Vida de un superviviente" escribe, refiriéndose a su experiencia en el Nanga Parbat: "Fue el conocimiento de la muerte lo que me hizo vivir de la manera más intensa posible".

Sus experiencias y logros como escalador, alpinista y explorador son únicas y difícilmente igualables. Según sus propias palabras: "Nunca he sido un salvaje, en todo caso un inconformista, un buscador de sentidos, de ideales, de la estética. Y sigo acudiendo a la naturaleza para huir de un mundo domesticado y para seguir buscando la verdadera esencia del hombre".

Messner finalizó su etapa de ascensión a los catorce ochomiles en 1986 y un año más tarde lo hizo el polaco Jerzy Kukuczka, fallecido en 1989 en el Lhotse. Messner lo reconoció de esta manera: "No eres el segundo, eres grande".

En 1986 Kukuczka y Krzysztof Wielicki ascendieron el Kangchenjunga, de 8.598 metros, logrando el primer ascenso invernal a esta cumbre. Para Wielicki no era su primer ochomil invernal, ya había realizado anteriormente el Everest en 1980 y en 1988 había logrado el Lhotse en invierno y en solitario.

Wielicki, quinta persona en completar los catorce ochomiles, alpinista aún en activo, es uno de los pocos supervivientes de la época dorada del alpinismo polaco, una generación de un nivel extraordinario, que sorprendieron en los años ochenta a la comunidad alpinista con el más difícil todavía: ascender a los ochomiles en invierno.

Con el Premio "Princesa de Asturias" de los Deportes 2018 se unen dos formas de entender el alpinismo en los años 80 y cuya herencia aún perdura. Grandes Wielicki y Messner.

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