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De cabeza

La vida sigue igual

Sobre el desenlace de la competición en Segunda

Esta es la época en que las alegrías ajenas se asumen como agravios propios. El Huesca acaba de subir a Primera. Miro de reojo el televisor. Nervios en el banquillo. Apenas quedan dos minutos para que el árbitro pite el final del partido. Dos minutos con el peso de una temporada. Trato de ponerme en la situación de los aficionados del Huesca, que han hecho un largo viaje hasta Lugo, pero hasta la imaginación tiene sus límites. Y la empatía, sus reservas. Me siento más bien como Ebenezer Scrooge, el protagonista de "Cuento de Navidad", un anciano avaro y egoísta al que le pone enfermo la alegría ajena.

El Oviedo hizo lo que debía, que, ahora mismo, equivale a decir "hizo lo que podía". En las últimas jornadas, gane o pierda, se parece enternecedoramente a sí mismo: un equipo entregado y con miedo. Los reveses, por pequeños que sean, le alteran. A quién no le hace cojear una piedra en el camino, por pequeña que sea... Entregado porque pelear, pelea. Anquela afirma rotundo que, a estas alturas, sólo importa la actitud. No se lo voy a discutir pero la actitud es un primer párrafo y los relatos no sólo se construyen a base de primeras palabras.

Asistimos en las últimas jornadas a la rebelión de los desahuciados (que se lo pregunten al Rayo en Alcorcón) y el Sevilla Atlético ya tenía en su haber algún que otro motín a bordo. Como los desheredados de Dickens que acaban por dejar en evidencia a Scrooge, una galería de fantasmas se pasea por los estadios. El oviedista confía en el fantasma del azar o en el de la buena suerte. El primero no es de fiar pues el azar es un narrador que improvisa sobre la marcha y el segundo surge muy de vez en cuando.

A veces, por la intensidad y reacción de aficionados y medios de comunicación, da la impresión de que nos jugamos la fiesta final cuando, en realidad, nos peleamos por un punto y seguido. El fantasma de las Navidades futuras es el que empuja a Scrooge a cambiar de actitud definitivamente: cuando ve que su muerte no sólo no le importará a nadie sino que aliviará a no pocas personas acosadas por él. En todo caso, el fantasma de la Liga futura se parecerá al de ésta: todas las ligas se asemejan en sus inicios.

Sin embargo, los más optimistas creen que para el futuro aún queda tiempo. Que todo sea presente es la última baza.

Rubi, entrenador del exitoso Huesca, fue el sustituto de Abelardo en el Sporting la pasada temporada. Y al Huesca lo entrenó Anquela hasta junio pasado. Como en la letra de "La vida sigue igual" de Julio Iglesias: "Las obras quedan / las gentes se van / otros que vienen las continuarán / la vida sigue igual". No siempre la realidad da la razón a las canciones. Vayamos a León y que ruede la pelota.

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