Las aceras de la ciudad aparecen desde hace semanas llenas de señales, sin duda procedentes de servicios municipales de obras, pero que tal parecen señales de indios que huyen de la caballería o migas de pan del personaje del cuento. Las señales tienen diferentes colores y distintas claves cuyo significado conocerán, sin duda, los miembros del servicio encargado de reparar los daños que muestran. Daños menores, pero daños a reparar por orden del gobierno local, tan aficionado a resolver cuestiones menores que tan buenos frutos electorales le reportan. Lo importante en estos avisos es que los defectillos del piso queden resueltos, entre otras cosas para que nadie tropiece en este o aquel defecto, caiga y pueda reclamar una sabrosa indemnización al municipio. Habrá que ver si el otoño es la estación más adecuada para resolver las obras menores de una ciudad que tiene como sagrado el verano. Queda mucho para el próximo.
