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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Ocultaciones a la vista

El polémico asunto de las dietas de los concejales foristas en las empresas municipales

El mayor problema -hay otros- de las dietas percibidas por los concejales del Foro casquista -y los del PP, no lo olvidemos- durante el pasado mandato municipal en las empresas públicas locales es la opacidad con la que se efectuaron, sin que la ciudadanía, ni por supuesto la oposición, se enterase de tal circunstancia. Las gentes comandadas por la caritativa cirujana, la que a pesar de la dedicación plena dedicaba, y al parecer dedica, algunas tardes a ejercer la profesión médica, presumían de llevar las cosas consistoriales a media jornada y, por tanto, a medio sueldo. Pero no. Sus emolumentos se veían compensados por las dietas de los consejos de las empresas públicas que, naturalmente, su tiempo les llevaba con su responsabilidad cargaban. Por eso lo peor de todo fue el silencio y la ocultación.

Con esa propensión a mantener velados al conocimiento ciertos asuntos, cabe maliciar cuánto han mantenido oculto al público conocimiento. Ahora, sin políticas complicidades posibles, las cosas se les ponen más difíciles para esconder pequeñas o grandes marrullerías. En este sentido, este mandato es muy diferente. Moriyón y adláteres están más vigilados, han de ser más transparentes por obligación y hasta alguno de ellos, como el concejal Aparicio, se ha lanzado pendiente abajo en una vorágine de locuacidad que para sí quisieran algunos animadores de tómbolas feriales.

Hay otras cosas feas en los cobros ocultos de los concejales de la derecha local como, por ejemplo, la duplicidad de discursos: uno el que se "vendió" durante la legislatura anterior, el de la austeridad, y otro el que se ventila ahora, descubierto el pastel, de la chulería, del que más claro exponente es el concejal Couto, cuyos desahogos merecen figurar en las antologías de la cara dura. No pasaría nada con sus disculpas actuales si durante cuatro años no nos hubieran colocado el rollo de su ejemplaridad y de lo eficaces, a la par que baratos, salían a la municipalidad. Ahora sabemos que, por lo menos, hicieron alguna pequeña trampa y que la baratura no era tanta como se proclamaba. Aparte de un cierto cinismo político, ya sabemos que marcaron alguna carta en cuestión de emolumentos y que los frugales salarios cortados por la mitad tenían compensación bajo cuerda.

La tendencia al doble discurso, a la mentira, en fin, grande o pequeña, impregnó la gestión del equipo de gobierno del FAC. Mintieron en cosas pequeñas y mintieron en cosas grandes, porque gran engaño es venderse como eficaces gestores cuando mantuvieron, y por lo que se ve mantienen, a la ciudad en estado de parálisis, como perpetuamente hibernada.

¿A cuento de qué marcarse un discurso de austeridad para estar cobrando en secreto unas dietas, por otra parte más que ajustadas, por asistencia a los concejos de administración de las empresas públicas locales? No hay razón, salvo que son gente indigna de ocupar los puestos que ocupan y detentar las responsabilidades que con tanto descaro ostentan.

Se falla desde lo pequeño, el modesto arreglo de una calle, hasta en lo grande, como el plan de vías, pasando por lo más apremiante como los servicios sociales o la participación ciudadana. Pura y simplemente no han aprendido a gobernar ni con la oportunidad de cuatro años de experiencia.

Queda mucho mandato por delante y es probable que salgan a la luz otras trapacerías grandes o pequeñas y las susceptibles de ser cometidas en el futuro. Está claro que, en esta ocasión, la transparencia sería mayor y habría menos lugar a las actuaciones irregulares, pero queda el espinoso asunto de la incapacidad de gobernar, de este chapoteo forista en su propio barro que les impide avanzar. Habrá que confiar en el empuje de otras administraciones para sacar algún asunto adelante, porque estos fenómenos, salvo enredarse o colocarnos sus cuentos chinos, poco más saben hacer.

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