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La "fórmula Malikian" funciona

La expectación era grande. El rostro de Ara Malikian llevaba días, semanas, empapelando la ciudad en forma de carteles, consciente de que su imagen le convierte en un icono que resulta atractivo para el público actual. La promoción funcionó y el teatro de la Laboral se llenó hasta la bandera para ver el espectáculo de este fenómeno del violín. Un artista con una trayectoria ecléctica (clásica y popular, occidental y oriental) que traslada a su propuesta musical. Su bagaje vital le da la autoridad para fusionar mundos, tiempos, lenguajes y repertorios, dando lugar a un proyecto que sólo podría encajar en el cajón de sastre de la "world music".

Antes de comenzar el concierto, el auditorio se cargó de humo, como si una neblina se hubiera colado por la puerta y hubiera invadido el aire del teatro. Con la luz apropiada, la neblina llenó de misterio la atmósfera, preparando la llegada del "mago Malikian" que sorprendió entrando desde el fondo del patio de butacas. Arrancó sutil y enigmático, dando forma con los pizzicati a un ostinato que progresivamente se fue vistiendo con la salida al escenario de todos los músicos. De ahí, partió una sentida melodía en el violín de Malikian que se fue tornando bolero y acabó con el aire gitano de la Europa oriental. Primera muestra de eclecticismo a la que seguiría una pieza de origen libanés en la que observamos progresiones armónicas y maneras propias de la cuerda del barroco.

Esto es sólo una muestra de los recursos que este artista maneja. Su profundo conocimiento del lenguaje clásico (adquirido en años de formación reglada y como violinista de la Sinfónica de Madrid) y de la tradición musical de Oriente Medio le permite mezclar sabiendo las proporciones necesarias de cada lenguaje para enganchar al público. El estilo de los valses de Chaikovski en "El vals de Kairo" o el empleo de los desarrollos temáticos propios del barroco en numerosas piezas son algunos de los elementos más evidentes en su obra. Todo aderezado con guiños a la música klezmer, a la rebétika, árabe, gitana, etc. en melodías y ritmos, pero con sólida base tonal y cadencias bien preparadas.

Malikian comenzó planteando el concierto como un viaje, un recorrido autobiográfico de oriente a occidente, desde Líbano a España con parada en Hanover y Londres. Un relato narrado de forma amena y con dotes de monologuista que construye la narrativa de un personaje de vida bohemia. Sin duda esto refuerza su atractivo, al igual que su enérgica puesta en escena, que le hace interpretar obras de Sarasate o Vivaldi alejándose consciente y deliberadamente de la interpretación canónica y reforzando el estereotipo del músico apasionado, embriagado por el arte, así como el tópico orientalista de la música vivencial ligada a lo corporal en la tradición popular del Este de Europa y Oriente Medio.

Malikian juega con estas convenciones asentadas en el mundo occidental y le da al público lo que quiere. No tiene reparos en interpretar la tormenta del tercer movimiento de "El verano" de "Las Cuatro Estaciones" como una pieza aislada y a un tempo endiablado, primando el espectáculo en detrimento de una ejecución curada, o versiones del rock como "Kashmir" de Led Zeppelin o "No surprises" de Radioead. También "Zyriab" de Paco de Lucía, y es que cada versión de un artista reconocido como gran figura de la música refuerza su personaje, sea del estilo que sea. La "fórmula Malikian" funciona.

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