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Maeba y los indecisos

En medio de una campaña electoral desesperadamente orientada a los dubitativos, quienes desean votar y no pueden

Maeba es una más de los muchos jóvenes que en el último lustro se han formado en Asturias -ella es técnica superior en imagen y producción de audiovisuales- pero han tenido que poner forzosamente tierra de por medio con España para hacer carrera profesional. Londres y Puerto Vallarta han sido sus últimos destinos. En el primero, vio pasar unas elecciones españolas sin poder votar debido a la enorme complejidad del sistema de voto rogado. En éstas, los inconformistas reunidos en la denominada plataforma Marea Granate han innovado con un sistema que permitió a Maeba encontrar "pareja" dispuesta a votar por ella en su mesa electoral.

Es sencillo, nuestra protagonista se abstiene por desesperación burocrática pero ha hallado en España alguien que iba a hacerlo por pura convicción aunque con la suficiente sensibilidad como para aceptar ser improvisado mensajero del voto de otro que se siente maniatado allá donde le ha llevado la vida y su país le ha abandonado a su suerte. Abstención, uno, voto emigrante, uno, aunque los titulares de los puntos en el marcador estén intercambiados.

Maeba me cuenta que después de acceder a la web de Marea Granate para buscar abstencionista sensible con la causa emigrante, dos personas se pusieron enseguida en contacto con ella, lo cual la ha obligado a escoger. Y a mí este relato humano paralelo a la apisonadora administrativa en la que se han convertido los estados, me conmueve hasta la médula, no tanto por la morriña del exiliado económico que quiere votar para propiciar un país de retorno -que también- sino sobre todo por la generosidad de quien va a abstenerse pero tiene la suficiente empatía como para entender que la urna que él desdeña la añora otro, y convertirse en amoroso portador de una papeleta con la que quizás no simpatice pero que promete hacer llegar a su destino.

Curioso, además, porque precisamente esta campaña electoral está orientada sobremanera a ese voto indeciso con serias tentaciones de abstención. En otras palabras, si alguno de ustedes aún no tiene decidido su voto para el 20D e incluso acaricia la posibilidad de renunciar a votar, sepa que todos los mensajes de candidatos y candidatas van dirigidos exclusivamente a usted. Si, por el contrario, prevé mantenerse fiel a su última elección electoral, aunque en ella hubiera hecho transfuguismo desde el bipartidismo hacia una de las dos grandes formaciones emergentes, Podemos y Ciudadanos, puede desentenderse de la campaña, no va con usted, le dan por informado, motivado, ganado a la causa y amortizado.

Si acaso, los partidos a los que usted es leal hasta la militancia, el voluntariado o la mera simpatía, le agradecerán que sea figurante en grandes mítines o en los denominados mítines exprés, en los repartos de programas, pegadas de carteles, baños de multidudes, banderines, cánticos y niños al aire. Todo para la foto. Ahí sí que el incondicional hace su contribución discreta a un mensaje que, en esencia, se arma para llegar y conquistar el alma del atormentado por la duda.

Dice el CIS que en estas elecciones -que, estoy segura, serán objeto a futuro de estudios sociológicos por la transformación del mapa político e ideológico en nuestro país- el porcentaje de indecisos es tal que hace posibles escenarios muy diversos que pondrán a prueba la capacidad negociadora y la humildad de unos y otros.

Lo dice el CIS pero ya lo venía previendo el sentido común con ese ojímetro certero y gratuito de la calle y sus pulsos. Dudamos. Y sentimos que nuestro voto vale un gobierno entero de lo mucho que nos jugamos por lo tanto que nos han arrebatado. Así que quizás todos y todas deberíamos declararnos públicamente indecisos e incluso dispuestos a ser vientre de alquiler del voto de tantas Maebas jóvenes, inquietas y apasionadas como lo es esta encantadora exalumna mía, en cuyo nombre un desconocido votará en alguna mesa a nuestro lado, feliz con su secreto.

Es sencillo, a la democracia la hacen grande las personas que siguen aferrándose a ella como arma de futuro.

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