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Hermano mayor de la Ilustre Hermandad de la Santa Misericordia

Misericordia en Gijón

Una explosión de emoción y amargura al paso de las procesiones de Semana Santa en esta ciudad

Los cielos, en tarde de Jueves Santo,

en Gijón, se rasgan,

la Misericordia, sin cesar,

se abaja, llueve.

La tierra, aunque bañada por el mar,

necesita ser esponjada;

la mirada de Dios reposa leve.

Estos sentidos versos escritos desde Roma por el sacerdote gijonés, y hermano de la Misericordia, Enrique Álvarez Moro, condensan a la perfección las notas del Jueves Santo local, siempre puesto bajo la dulce mirada del Santo Cristo de la Misericordia y de los Mártires.

Esa imagen, obra admirada del escultor salmantino Francisco González Macías, que volverá esta tarde a las calles gijonesas, en devoto Vía Crucis, posando sobre todos nosotros el solemne sosiego de su mirada en el año jubilar de la Misericordia.

Como bien nos recuerda el Papa Francisco, en su carta de convocatoria, "Jesucristo es el rostro de la Misericordia del Padre", ¡y qué bien entendemos estas palabras con sólo cruzar nuestra mirada con la del Cristo de la Misericordia y de los Mártires!

Será esta, sin duda, la humilde pero sincera aportación de nuestra Hermandad de la Misericordia a este año jubilar: brindar a gijoneses y visitantes la ocasión de encontrarse en nuestras calles con ese Cristo de Macías, que es en sí mismo una proclamación y un canto a la Misericordia de Dios, plasmada en su bello y sereno rostro.

El olor a incienso, quemado como ofrenda de amor, el silencio roto por el rezo de las estaciones, o el color grana en la decoración del paso, evocador de la sangre derramada sobre el Gólgota, volverán a ser, una vez más, las notas de este cortejo del Jueves Santo gijonés. En este caso enriquecido con el estreno de unas nuevas bocinas procesionales, que abrirán las filas de nazarenos, y han sido costeadas gracias al esfuerzo de los hermanos cofrades y los devotos de la imagen. Todo ello acompañado por las marchas procesionales bellamente interpretadas, como siempre, por la Banda de Música de Gijón, "Villa de Jovellanos".

La misma agrupación musical que mañana, en la tarde-noche del Viernes Santo, dará solemnidad y brillantez a la nueva procesión de Nuestra Señora de los Dolores. La Virgen Dolorosa, "Mater Misericordiae", que como también nos recuerda el Papa Francisco, atestigua, al pie de la Cruz, "que la Misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno".

Mañana, tras el paso de la procesión del Santo Entierro y después de muchos años, la Dolorosa volverá a bajar solemnemente la cuesta de la Colegiata en una "explosión de dolor y amargura", como la definiera acertadamente, a su paso por las calles de Gijón, el que fuera cronista oficial de la villa, Joaquín Alonso Bonet. Y lo hará rodeada de los hermanos de la Misericordia, en el que será sin duda uno de los momentos cumbre de nuestra Semana Santa.

Mantillas enlutadas, y nuestros hábitos blancos y negros, realzados por la Cruz de Calatrava, volverán a ser testigos mudos. ¡Misericordia en Gijón!

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