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Secretario del área de turismo del PP gijonés

Ventajas hosteleras en suelo público

Sobre la necesidad de transformar la competencia desleal en ayuda a los empresarios locales

Mientras unos aplauden y vitorean el éxito de la cita de food-trucks en Gijón, no son pocos los hosteleros que salen al paso en pro de sus derechos frente a lo que entienden, y no les falta razón, una competencia desleal. Efectivamente, el grupo de estudio y trabajo de Turismo y Hostelería del PP ya había manifestado públicamente su criterio. Un hostelero estándar de Gijón se siente, en no pocas ocasiones, perseguido y acorralado por los estamentos públicos. Me explico. En Gijón han confluido un cúmulo de normas y circunstancias, que está poniendo en jaque a un alto porcentaje de nuestra hostelería, uno de los pilares fundamentales del sector terciario de la ciudad.

Cualquier hostelero que mañana abra su negocio aquí tendrá que afrontar, desde el minuto cero, licencias varias, impuestos, SGAE, plan de evacuación, seguros, seguros sociales, inspecciones, prevención de riesgos, ordenanzas municipales?, por supuesto que todo esto sin tener en cuenta salarios, alquiler... Si añadimos dos variables más, climatología y coyuntura económica, ya tenemos el contexto de la escena y creo que no es necesario comentar el resultado de la historia. Simplemente, pregúntense a usted mismo cuantos negocios de hostelería ha visto caer o cambiar de propietario en los últimos años.

Un hostelero de Gijón, honrado y trabajador, se levanta un martes de Noviembre, oscuro y lluvioso, a dejarse la piel en su establecimiento. Duelen más los números de la caja que los pies machacados por las horas. Recuerda con nostalgia los tiempos en los que al menos le dejaban tener un banquito fuera para que algún cliente pudiera sentarse a "fumetear". Ahora ni eso. Hay hosteleros que no pueden armar ningún tipo de terraza, ni nada que se le parezca, porque a su acera le faltan diez centímetros para llegar a los tres metros de ancho.

Ese hostelero no cuelga el cartel "se traspasa" porque cree que determinadas fechas del año le pueden compensar la penuria del resto, y con anhelo espera. Es entonces cuando llegan las gastronetas y los chiringuitos de novela negra, que haciendo uso de suelo público, navegando en el equilibrio entre la permisividad eventual de la que no gozan los establecimientos perennes y los vacíos legales, se pasan por el forro de los papos de nuestro hostelero de Gijón, honrado y trabajador, en la fecha que más le duele, cualquier normativa u obligación, donde para estos gastronetos, la mayoría no asturianos, no hay normativa que les persiga, ni banquito que multar, ni ancho mínimo de acera, ni servicio de caballeros o damas que no cumpla las normas que marca la ordenanza municipal.

Es verdad, nos duela o no, es competencia desleal. El Ayuntamiento, puede que sin conocimiento de causa, propicia una competencia desleal a la cafetería del barrio de Perchera en el Nuevo Gijón, a la vinatería de la Plaza del Carmen, a la cervecería de marqués de Casa Valdés y a la Sidrería del Coto que pagan sus impuestos trimestre a trimestre. ¡No es justo! porque los grandes eventos amparados por este Cabildo y ubicados en suelo público, no compiten en igualdad de condiciones con nuestros hosteleros. Y si a la mayoría de "los nuestros" les despojas de un diez o un quince por ciento de su facturación anual (y la suma de estos eventos lo hacen) les estás abocando al cierre.

Los gijoneses disponen de un capital circulante fijo, medible y limitado. Lo que se gastan en X no lo gastarán en Z. Esta realidad se hace más cruel en una ciudad donde el sector terciario supone ya un 70% de la economía municipal. Un sector que durante once meses vive del consumo directo del vecino. Es aquí entonces donde entra en juego el Ayuntamiento, ofreciendo todas las facilidades (las mismas que niega a los de casa) para que este vecino vacíe su cartera en negocios forasteros, que hacen caja y se van, haciendo sonar el claxon de sus gastronetas mientras el dueño del café de la calle Libertad sigue pensando que, si no paga sus impuestos antes del veinte, tendrá veinte por ciento de recargo más los intereses de demora.

La política de Foro ha sido un "más de lo mismo" de un "modus operandi" de la izquierda que el PSOE instaló para quedarse en esta villa marinera, según el cual cualquier festejo notorio debe ser orquestado desde la administración pública con el respaldo de las arcas y medios municipales (disparando con pólvora ajena), atosigando a la iniciativa privada, a la que se le deja en desventaja, tanto en derechos como en obligaciones.

Ni yo, ni mi grupo pide la abolición de la cita de food-trucks, ni de la "Semana negra", ni mucho menos de los eventos de perfil más privado como Metrópoli, pero demos la vuelta a la tortilla y planifiquemos una estrategia consensuada con los diferentes grupos municipales, para que estos acontecimientos dejen de ser una competencia injusta y pasen a convertirse en herramientas de ayuda al hostelero local.

Diversifiquemos sus emplazamientos para equilibrar las zonas afectadas o favorecidas y consensuemos un calendario de certámenes que no merme la facturación, cuando al fin les podía ser propicia, de los indulgentes que padecen los meses de "vacas flacas". Elijamos fechas que sirvan para desestacionalizar la afluencia de público, incentivando el consumo cuando se necesita y no cuando se genera por sí solo.

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