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Conservador del Jardín Botánico

El camino de rosas y espinas de un proyecto que necesita impulso

Un análisis necesario para el futuro del Jardín Botánico Atlántico, que ha alcanzado importantes logros científicos, pero corre el riesgo de entrar en declive

Sí, sí. El tiempo vuela. Mañana será 25 de Abril, una fecha entrañable que fue elegida, ya hace 13 años, y no por casualidad, como la mejor fecha del año para que iniciara su andadura un proyecto ambicioso e ilusionante: el Jardín Botánico Atlántico de Gijón (JBA).

Desde el inicio, su promotor, el Ayuntamiento de Gijón, intentó involucrar a toda la región, buscando sumar en este proyecto al Principado de Asturias, a la Universidad de Oviedo y a otras entidades afines a los contenidos y objetivos del proyecto. Al esfuerzo económico realizado por el Ayuntamiento de Gijón para sacar adelante el JBA se añadiría la financiación europea y la del Principado.

La Universidad de Oviedo ha estado involucrada y comprometida, desde los mismos orígenes de la idea. Desde el instituto universitario INDUROT, entidad a la que pertenece quien escribe estas líneas, se generó un equipo multidisciplinar que se presentó a dos concursos públicos planteados por el Ayuntamiento de Gijón y que consiguió ganar para desarrollar un proyecto ambicioso para el JBA que desbordara los límites territoriales y situara a Gijón en el contexto internacional en el ámbito de la investigación botánica a la vez que se dotaba de uno de los equipamientos más completos y atractivos para la divulgación científica, conectado estrechamente con los objetivos del Parque Tecnológico que avanzaba en los terrenos vecinos al jardín, en la llamada "milla del conocimiento". El propio nombre de Jardín Botánico Atlántico implica la voluntad de grandeza y ambición.

Han sido 16 años muy intensos, de mucho trabajo, en donde un pequeño equipo universitario ha trabajado estrechamente en colaboración con los responsables municipales y con otros profesionales que con entusiasmo han contribuido a hacer del JBA uno de los mejores de España, y de Europa.

El equipo científico de la Universidad de Oviedo se ha volcado en este proyecto para conseguir generar en Asturias un equipamiento puntero en Europa, del que carecía la España atlántica, vinculado al objetivo de la ciudad de conseguir un modelo de desarrollo basado en ciencia y tecnología, en paralelo con la eclosión a nivel nacional de las disciplinas centradas en la biología de la conservación de las plantas. Una oportunidad que no se debía dejar escapar.

Desde el Laboratorio de Botánica de la Universidad de Oviedo, desde el INDUROT y unidos a la Sociedad Española de Biología de la Conservación de Plantas, se trabajaba en aquel momento en el proyecto nacional AFA (Atlas de Flora Amenazada). Fueron unos años en los que la Dirección Regional de Recursos Naturales también creía en esa necesidad: Asturias era todavía entonces pionera en España en el campo de la conservación de los recursos naturales.

En esos años, a la par que se inauguraba una primera fase del JBA, se concretó un primer convenio entre el Ayuntamiento y la Universidad que se centraba en el "proyecto de investigación para el desarrollo del Jardín Botánico". Parte del equipo que generó el JBA nos trasladamos a Gijón, para continuar trabajando "in situ" en el desarrollo del proyecto, colaborando estrechamente con los gestores municipales de la recién nacida institución.

Entre todos teníamos que lograr que este proyecto comenzara a navegar con buen rumbo. ¡Y vaya si lo conseguimos! Cuando digo todos, no sólo pienso en los servicios municipales (empresa JBA de Gijón Sociedad Anónima, Parques y Jardines, Turismo, Fundación Municipal de Cultura ?), en la propia Universidad o en el Principado de Asturias, sino que también incluyo a la Asociación de Amigos del Jardín Botánico, constituida incluso antes de que la institución existiera; a las Escuelas Taller, sin las cuales gran parte de los desarrollos posteriores hubieran sido imposibles; y al entusiasmo de muchas otras asociaciones que arrimaban el hombro para hacerlo posible (ornitólogos, Sociedad Asturiana de Micología, Asociación de Amigos de la Abeja del Principado de Asturias...).

Aquel primer convenio, que se consideraba provisional hasta precisar mejor la manera de gestionar el JBA con la participación de todas estas instituciones, se convirtió en el único instrumento de relación y sólo entre la Universidad y el Ayuntamiento.

Se iba perpetuando una precariedad en la gestión con un convenio muy exiguo, que 13 años después no llega a 75.000 euros anuales y que se renueva cada año.

De dicho convenio, depende la labor del Equipo Científico para la conservación, desarrollo del Esquema Global Director del JBA, divulgación científica, relaciones internacionales, además de todos los proyectos de investigación que se llevan a cabo.

El Esquema Global Director es el documento básico, que recoge las directrices desarrolladas desde el principio, y que debe ayudar y servir de guía a todos los implicados para lograr que el Jardín Botánico sea una realidad como Jardín Botánico, y no se quede únicamente, por ejemplo, en "parque ferial florido útil para dar fiestas". Animo a los grupos municipales actuales a que no lo olviden, y lo relean, como punto de partida del debate que considero necesario abrir en este momento

Vista la envergadura del ambicioso proyecto, se planteó un convenio más amplio en el que entrara el Principado de Asturias, además de la Universidad; pero el Principado se echó atrás. Con la crisis económica y las tensiones entre la administración local y autonómica, se está perpetuando la precariedad de la gestión.

Los logros científicos que ponen al Jardín Botánico Atlántico en el ámbito internacional. La Universidad, desde luego, siguió en solitario con el Ayuntamiento de Gijón apostando por convertir el Jardín Botánico gijonés en un referente entre las instalaciones de conservación de flora europeas. Cuatro tesis doctorales elaboradas en el seno del nuevo centro; muchas publicaciones, tanto científicas en revistas de impacto como de divulgación, entre ellas el primer libro en español dedicado a la conservación "ex situ", que se ha convertido en obra de referencia, en "el libro verde" para los centros de conservación de flora "ex situ" hispanos, editado conjuntamente con colegas italianos; muchos proyectos de investigación conseguidos en convocatorias públicas competitivas, tanto regionales, nacionales como europeas (Cartografía de vegetación y estudios de flora del PNPE, NASTECC, Fundación Biodiversidad, Técnicos de apoyo, proyectos LIFE, contratos de restauración para instituciones públicas, léase Carreteras, Confederación Hidrográfica?).

Poco a poco fuimos tejiendo una amplia red de colaboración con otros centros punteros en Europa, empezando primero con nuestros vecinos cantábricos (creando la Red Cantábrica de Conservación de Flora). Hemos logrado compaginar las tareas de mantenimiento de las colecciones científicas del jardín, con las obligaciones de los proyectos de investigación y conservación que dan sentido al desarrollo del Jardín Botánico como centro científico y nos sostienen, además de sacar adelante tesis doctorales y publicaciones, y la redacción y organización de nuevos proyectos que puedan generar fondos que puedan hacer posible la existencia de un equipo de investigación más grande que el que, como cualquiera puede comprender, la Universidad podría sostener con la mera aportación económica municipal antes mencionada. Con mucho esfuerzo, y con gran ilusión y trabajo, hemos logrado integrar al Jardín Botánico gijonés en el selecto club de centros europeos de conservación de plantas (ENSCONET, REDBAG), mandando incluso a nuestros alumnos y doctorandos a formarse a unos de los más prestigiosos y punteros centros de conservación vegetal del mundo, el botánico de Kew Gardens de Londres y el MSB (Millenium Seed Bank), instituciones con las que logramos que el Ayuntamiento firmara un convenio de colaboración.

En estos años, en el marco ibérico, hemos logrado dinamizar y dar un impulso a la Asociación Ibérico-Macaronésica de Jardines Botánicos que ahora presidimos. Desde esta asociación científica, hemos diseñado un programa y una base de datos (BABILONIA), que permite trabajar en red, y que es la herramienta con la que trabajan, ya desde hace unos años, varios jardines botánicos españoles y portugueses.

Para el Ministerio de Medio Ambiente hemos creado la plataforma web que permite consultar las colecciones de semillas que conservan "ex situ" los bancos españoles ("Openredbag"), y fruto de estos éxitos, coordinamos desde el centro gijonés, desde hace unos meses, el primer proyecto nacional de conservación "ex situ" de plantas silvestres amenazadas, en el que hemos involucrado a otro diez centros españoles, ganado recientemente también, en convocatoria pública competitiva, y financiado por el Ministerio de Medio Ambiente.

Son varios los congresos, reuniones científicas y cursos de verano que hemos organizado y desarrollado en el Jardín Botánico Atlántico, y gracias a esas redes y a ese trabajo silencioso y constante somos un centro joven, pero bien conocido y valorado por el resto de los colegas europeos, y por más de un jardín botánico americano, con los que también hemos iniciado trabajos conjuntos, como el Jardín Botánico Nacional de Cuba y el Jardín Botánico de Montreal.

La necesidad de un impulso en la gestión y estructura del JBA para garantizar su futuro como parque temático científico y no como un mero parque floral. Sin embargo, catorce años después, a pesar de estos éxitos y de haber sido la Universidad quien ha colocado al Jardín Botánico Atlántico donde está, la estructura que sostiene el proyecto sigue siendo un castillo de naipes, que en cualquier momento se puede desmoronar.

Desde hace más de año y medio se constata la falta de coordinación y seguimiento del trabajo entre las partes implicadas. El Ayuntamiento se centra más en los programas de dinamización y atracción de públicos no ya como el elemento más importante, sino como el único.

Hay una ausencia de seguimiento e implicación en los proyectos científicos y de conservación del propio JBA. No ha existido dirección ni gerencia y se ha optado por integrar el JBA en la sociedad Divertia junto con el departamento de Festejos, Turismo y el Teatro Jovellanos, lo que da una idea del concepto que desde el Ayuntamiento se tiene de este equipamiento.

La Universidad es ninguneada, ignorada y relegada. La deriva es ahora más que preocupante, y creo que la situación precisa de un análisis prudente y sereno, pues tengo la impresión de que cada vez estamos más lejos de lograr que el proyecto se consolide, y quizás, como tantas veces ocurre, echemos por la borda gran parte de los logros alcanzados entre todos. El Equipo Científico Universitario del JBA lleva más de cuatro años alertando de esta necesidad. Sólo hay que consultar los Informes anuales de Actividades que entrega al Ayuntamiento y las Actas de las Comisiones de Seguimiento del Convenio, para corroborar lo que afirmo.

Hemos sido muy prudentes y pacientes este último año y medio. Hemos intentado, de todas las maneras posibles, alertar a los responsables municipales del recinto, consiguiendo únicamente un desprecio y una ignorancia total. Meses sin ni siquiera contestar a los correos electrónicos o atendernos al teléfono.

Desde luego, si lo que quiere el Ayuntamiento es reducir el Jardín Botánico Atlántico a mero parque ferial, si lo que pretenden es disponer únicamente arreglos florales, no conoce realmente lo que significa tener un Jardín Botánico, ante todo un museo, un centro de investigación, que nada pinta integrado en una empresa que gestiona los festejos y el turismo de la ciudad. Esta situación hace más difícil la integración e incorporación a la institución del Principado de Asturias, que nunca debió marginarse de este proyecto. Sin una presencia institucional firme un centro de este tipo, a largo plazo, tiene muy poco futuro.

Por otra parte sin la Universidad de Oviedo, en cuyo campus además está integrado parte del espacio físico del equipamiento, se hace imposible mantener la institución como un verdadero Jardín Botánico, homologable con las instituciones con las que se mantienen ya redes de trabajo y colaboración imprescindibles, que empiezan ahora a dar ahora sus frutos. Pero la Universidad de Oviedo ni siquiera está representada en el Consejo de Administración del JBA ni tampoco la Asociación de Amigos del Jardín Botánico, que con la integración en Divertia ha sido excluida.

Propuestas para un nuevo impulso. Catorce años después, o nos sentamos todos, con calma y buena voluntad, a analizar la experiencia de estos años, para dar un nuevo impulso al jardín, y lograr que en otra década se pueda finalizar y consolidar el proyecto, o desgraciadamente nunca se completará, y poco a poco iniciará su declive, que lo convertirá en un parque festivo, muy bonito, algo caro para los gijoneses, pero que ya no será un Jardín Botánico reconocido.

Asturias habrá perdido además una oportunidad, que no será fácil de recomponer. Por eso se hace imprescindible la cooperación, generosidad y compromiso entre los responsables de nuestras instituciones para que esto no ocurra.

Tres elementos para revertir el proceso:

El primero consiste en integrar y consolidar de una manera más estable la participación permanente de la Universidad de Oviedo en el Jardín Botánico. Para ello, no basta sólo con conseguir que la Universidad ceda en uso las diez hectáreas que el Ayuntamiento necesita para poder completar las obras que están proyectadas en el Esquema Global Director, sino que se debe gestionar con eficacia un convenio y una estructura que permita la participación de la Universidad, para que sea parte consustancial de la institución JBA.

El segundo supone la necesidad de incorporar institucionalmente al Principado de Asturias para que asuma su responsabilidad y competencia en la conservación de las plantas, hay que recordar que las competencias de conservación de flora son autonómicas, y que no tiene sentido que el Banco de Germoplasma lo financie en solitario el Ayuntamiento con la ayuda de los proyectos que consigue la Universidad.

El tercer elemento es convertir al JBA en un proyecto asturiano con la proyección internacional y el prestigio que ya empieza a tener pero consolidándolo y fortaleciéndolo. Hay que recordar que hasta la fecha el Jardín Botánico de Gijón no se ha terminado y que sólo se ha desarrollado una parte de lo que era su programa inicial.

Todo un reto, pero vale la pena intentarlo. A ver si somos capaces entre todos de acabar algo grande y no dejarlo empantanado, como tantas iniciativas recientes en la región. Esperemos que los asturianos puedan seguir celebrando el cumpleaños de la institución, como un verdadero Jardín Botánico, muchos más "25 de abril" venideros.

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