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Musicólogo

Jorge Nava: virtuosismo e ímpetu romántico

Los museos de Gijón siguen apostando por la música en su programación cultural. Los conciertos suelen llenar los aforos, acercando a un buen un número de personas a las salas de exposición, pero además estos espacios permiten disfrutar de la música de un modo más cercano que en los auditorios. El pasado viernes el patio del Museo Casa Natal Jovellanos hizo las veces de un salón decimonónico para albergar un recital de piano a cargo de Jorge Nava, un joven talento que dio una lección de virtuosismo y carácter, confirmando el calificativo de "joven promesa" que se repite en las críticas de sus conciertos.

Este santanderino ofreció un programa dedicado íntegramente al Romanticismo y Posromanticismo ruso, con obras de Mussorgsky, Rachmaninov y Prokofiev interpretadas con un ímpetu que resultó especialmente impactante por la cercanía entre el músico y el público. Las salas del museo se llenaron de colores y texturas sonoras en una simbiosis con las obras pictóricas. No en vano, la primera parte del recital fue íntegra para "Cuadros de una exposición", de Modest Mussorgsky, la pieza con más entidad del programa y que, sorprendentemente, Nava eligió para abrir el concierto. Arrancó con decisión, casi con vehemencia, atacando el famoso motivo principal sin manierismos. Pronto, la fluidez inicial dejó paso a desarrollos de expresividad más libre en los que el compás se fue disolviendo. Nava logró crear tensión en los pasajes suaves conteniendo el desarrollo temático; la insistente nota pedal lograba generar climas de espera que resolvía con el peso de los graves "fortissimi" realmente efectivos y a ratos también efectistas. Los agudos, por su parte, alternaban el carácter liviano en los pasajes suaves y el brillo en los "forte". El amplio manejo de dinámicas y de tiempos que desplegó Nava consiguió hilvanar un discurso variado y envolvente, un desarrollo a base de añadir matices al tema principal que a lo largo de la obra vuelve de forma recurrente.

Tras el torbellino de emociones de Mussorgsky, Rachmaninov llegó como un bálsamo para los oídos. Sonaron la "Elegie" y la "Polichinelle" de la "Morceaux de Fantaisie"; la primera lenta y delicada y la segunda más dinámica, con veloces cascadas de escalas y contraste de tiempos. A continuación, la "Sonata Op. 83" de Prokofiev aportó nuevos recursos al concierto con una interpretación rítmica e intrincada. La sorpresa llegó en la propina, comenzó a sonar la "Marcha turca" de Mozart, pero la conocida melodía pronto comenzó a discurrir por los derroteros del jazz; se trataba de la "Jazz Phantasyon Mozart" del compositor turco FazilSay, que toma los temas principales de la obra original y los desarrolla dentro de la lógica del piano-jazz más clásico, y es que los bajos monótonos y los desarrollos temáticos del clasicismo se ajustan como un guante a estilos como el ragtime y el Boogiewoogie. Fue una sorpresa muy bien acogida y también un soplo de aire fresco que ayudó a liberar la intensidad emocional acumulada en el museo durante el concierto. Jorge Nava tiene una gran proyección por delante, y sin duda volveremos a oír hablar de él en un futuro no muy lejano. Quédense con su nombre.

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