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Crítica / Música

Maestros de lo no convencional

Los profesores del Taller de Improvisación Musical apuestan por el "free jazz"

Un año más, los "Talleres de Improvisación Musical" que desde hace veinte años organiza el Taller de Músicos de Gijón se constituyen en la cita veraniega con el jazz dentro de la programación municipal. Como queriendo dar continuidad a los conciertos de "Jazz en el Centro", el primer miércoles de este mes de julio el Antiguo Instituto volvió a ser la sede de este repertorio y acogió el concierto del profesorado de los talleres; un elenco de lujo para una hora de recital marcado por el "free jazz" que registró un lleno en las gradas instaladas en el patio del Antiguo Instituto.

Los primeros compases del concierto dejaban claro que no iba a ser un recital convencional: las sutiles atmósferas instrumentales fueron ganando intensidad hasta crear un colchón sonoro en el que puso orden la voz de Mapi Quintana para entonar una balada de John Coltrane marcada por disonancias que le daban un aire magnético a la pieza, y ese efecto crecía con los conmovedores fraseos en el saxo de Marcelo Peralta. El sonido se volvió aún más anárquico en "Locura otoñal", pieza de Baldo Martínez (contrabajo) con la voz a ráfagas y en modo "scat". De nuevo se impuso la concepción de la música como materia sonora más que como sucesión de melodías, y por la misma senda discurrió el dúo de Quintana con Agustí Fernández (piano), que comenzó con pasajes escurridizos y atonales para derivar plácidamente en una melodía de carácter popular.

La intensidad volvió a ser la protagonista en la siguiente pieza, una instrumental que comenzó nerviosa y que progresivamente se fue durmiendo para volver a despertar súbitamente con la intervención de Carlos González "Sir Charles" a la batería. Para muchos fue demasiado, y tras este tema una parte del público abandonó la sala. Lástima, porque se perdieron una pieza a solo de piano con desarrollos temáticos marcados por el sentimiento, sin duda uno de los grandes momentos de la tarde que se ganó la ovación del público. Fue entonces el momento del contrabajo, con una pieza que comenzó con cuerda percutida y que fue sumando detalles a base de diálogos con la guitarra de Marco Martínez

El remate fue un tema bizarro incluso en su título, "¡Menos mal que tenemos a Wyoming!"; una explosión de sonido explotando al máximo los recursos de todos y cada uno de los instrumentos con constantes contrastes en registros e intensidades. El público no quiso dejar marchar a los músicos y reclamó "otra", que vino en forma de canción de cuna: una versión de "Drume negrita" con aire caribeño, un bálsamo después de tanto contraste. No fue un concierto fácil de digerir para el público, pero acabó convenciendo (más bien entusiasmando) a quienes le dieron la oportunidad hasta el final, y es que el nivel de los músicos que ocuparon el escenario es incuestionable. La próxima cita del taller es con el alumnado, que ofrece un concierto en el mismo escenario esta tarde a las 18.30.

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