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Musicólogo | Crítica

La melancolía musical de una isla

Mena y García-Bernalt emocionan con un programa de barroco inglés

Dentro de las historias de la música, el barroco inglés ha ocupado siempre un espacio singular y periférico. Como casi todo en la Pérfida Albión, la música tiene sus particularidades con respecto al continente, y al retraso con el que llegó el lenguaje barroco hay que sumar el peso de la música vocal tanto en el repertorio coral culto como en la tradición popular de la balada. Con estos mimbres, Carlos Mena y Carlos García-Bernalt elaboraron un programa titulado "A voice in the island", centrado en obras del siglo XVII en las que se puede apreciar de forma meridiana el tránsito del Renacimiento al Barroco a través de las composiciones de John Dowland y Henry Purcell.

Mena y García-Bernalt repiten presencia en el festival, y de nuevo se implican más allá de las actuaciones en labores pedagógicas dentro de los cursos y talleres que se desarrollan estos días en Gijón con motivo del "Festival de Música Antigua". El mismo espíritu didáctico guió la organización del programa (y las notas al mismo), en el que se intercalaron piezas vocales e instrumentales con un sentido cronológico. El recital comenzó con tres madrigales de John Dowland: piezas breves con los rudimentos de la interpretación vocal característica de los madrigales renacentistas; predominio absoluto de la melodía en una interpretación que destacó por el cuidado y la proyección vocal Mena. "Flow my tears" o "Now, o now I needs nust part" muestran el carácter estrófico y el aire popular en sus melodías y ritmos. La "Paduana Lachrimae" del alemán Melchior Schildt sirvió de interludio instrumental antes de volver con otra tanda de madrigales de Dowland: el exigente (sobre todo en los agudos) "Dear, if you change", el apacible "Time stands still" y el enérgico "Come again sweet love", que fue muy aplaudido.

La tanda de Purcell comenzó con un "Ground" plenamente barroco, un ostinato instrumental con variaciones temáticas en el que las voces se van entrelazando con un ritmo vivo. En "Here the Deitie´saprovve" y "Musick for a while" observamos una mayor complejidad retórica en la voz, con una coloratura más rica, mayor juego de dinámicas y más desarrollo melismático en las cadencias. Al igual que la gran carga dramática y emocional de "I love fair Celia" o "Here let my life", esta última con una bella melodía plagada de efectivas repeticiones en el texto. Carlos García-Bernalt puso de nuevo el interludio instrumental con la "Suite en La menor", también de Purcell, interpretada con soltura al clave, y el remate final fue en forma de himnos, todos del mismo compositor: el "Morning Hymn" lleno de cambios de afecto, variaciones en el tempo y puntuales retardos; "Evening Hymn", más estable y melismático en el "alleluia" final, y el "Divine Hymn", de difícil interpretación vocal, especialmente en el vertiginoso "alleluia" que pone fin a la pieza.

Fue un concierto muy aplaudido, tanto entre cada pieza como al final. No fue para menos, la interpretación de estos músicos deja patente su conocimiento del repertorio, su calidad técnica y la compenetración entre ambos, forjada a base de compartir escenarios. La ovación mereció varios saludos y una propina, que Mena presentó como "el lamento más famoso de Purcell"; efectivamente, el "Lamento de Dido" de la ópera "Dido y Eneas", que acabó por conquistar a los asistentes.'

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