La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica / Música | Musicólogo

Un Derrame Rock de leyendas

Con éxito, y esperando la cita pendiente con "Los Suaves", se cerró el festival en la Laboral

Veinte años merecían una fiesta por todo la alto. El Festival Derrame Rock volvía a Gijón con un cartel de artistas de larga trayectoria que son ya mitos dentro del panorama nacional. El jarro de agua fría llegaba a primera hora de a tarde, cuando comenzó a circular la noticia de que se caía el cabeza de cartel.

No tocaron "Los Suaves", pero estuvieron muy presentes en las centenares de camisetas con gatos negros que se veían en el Patio de la Laboral y en la versión de "Dolores se llamaba Lola" que hizo Miguel Costas. El aplazamiento de "Los Suaves" (la idea es que puedan venir a Gijón posiblemente este otoño) dio más tiempo en el escenario al resto de grupos, y la lista de clásicos del rock español que sonó este sábado en la Laboral fue apabullante.

En el rock, la veteranía es un grado. Puede sonar a demasiado tópico, pero sin duda en este género funciona. La longevidad de un artista está asociada a la autenticidad, a la capacidad para mantenerse en una escena en la que es clave conseguir la fidelidad de un público que siempre acompañe en los rituales de cada concierto.

Pero cuando la fidelidad se prolonga y traspasa generaciones entramos en el mito y la leyenda. El sábado había público de todas las edades, jóvenes y veteranos rockeros, hasta familias enteras que le dan al rock una dimensión hereditaria. Sin duda, una muestra de que al Derrame Rock le queda mucho por decir, porque este festival también ha conseguido mantenerse a pesar de las dificultades por las que pasó a principios de siglo. Eso también le da autenticidad, épica y legitimación para encarar el futuro.

Empezó a las 19.00, con la actuación del ganador del concurso de maquetas de esta edición. Los gallegos "Onion Smile" tuvieron la difícil tarea de dar los primeros acordes en un escenario gigante y ante un público muy escaso. Sonaron bien: canciones en tiempos medios, contundencia y una voz oscura y con personalidad. Interesante el juego de guitarras con el brillo que aportan las Fender. Una hora después salieron al escenario los asturianos "La Destilería", una institución en la escena regional que lleva más de veinte años desplegando rock. Volvían al Derrame, que fue su casa en las primeras ediciones, inmersos en plena gira de presentación de su último trabajo, "La fuga y la furia", pero sonaron canciones de toda su carrera, y cuando acabaron ya contaban con más de un centenar de seguidores cantando frente al escenario.

Miguel Costas sorprendió arrancando con "Bestia, bestia" de Ilegales. Es difícil saber cuántas canciones tocó porque los temas se iban enlazando en una cadena sinfín. Hubo muchas de "Siniestro Total", por supuesto, pero a nadie se le escapa que el sello personal de Costas es el más "Siniestro", como queda patente en sus discos en solitario. Punk rock desenfadado, cotidiano y lúdico. Perfecto para pasárselo bien, y así fue.

Los últimos en salir fueron "Ilegales". Cerca ya de la medianoche, y con un ambiente bien caldeado, remataron la noche de rock con un repertorio que hizo las delicias de los seguidores más fieles de esta banda asturiana. Muchos de los temas, como "África paga" o "Lavadora blues", son difíciles de escuchar en concierto hoy en día. Por supuesto, no faltaron clásicos como "Europa ha muerto" o "Regreso al sexo químicamente puro". Pero, de nuevo, fue un concierto plagado de canciones, alrededor de una treintena con su estilo personal; ritmos marcados con agresividad en compases de dos tiempos y espacio para los punteos y la impresionante voz de Jorge. Punto final para un Derrame astur-galego que quedará inconcluso hasta que "Los Suaves" finalicen su concierto aplazado. Pero ya podemos afirmar que esta edición ha sido un éxito.

Compartir el artículo

stats