La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Luis Argüelles

El gran concierto de Marisa Valle Roso

Un poder oculto vela por la asturianada. Perdonarán los cinéfilos que traiga hacia este lado del Payares la frase de Walter Burns/Walter Matthau, el nada excéntrico director del "Chicago Examiner" en la película "Primera plana". Es mi manera de explicar que, cuando todo el mundo daba por medio fosilizada la canción propia de los asturianos, va y surge una generación de cantadores extraordinarios, con el código génetico de artistas tan revolucionarios como Obdublia Álvarez, "La Busdonga", o José González, "El Presi". Un cuajado ejemplo de esa pujanza, servida por el respeto a la tradición de la que se viene y por las ganas de ensancharla, es Marisa Valle Roso. Esta langreana de La Felguera suma a sus notables cualidades vocálicas y precisión musical, ese don que todos quieren y pocos poseen: despertar la emoción de quien escucha; vaya, eso que los flamencos llaman "pellizco". Un futbolero diría que tiene mucho gol y todos entenderíamos.

El concierto que ofreció en la noche del pasado sábado en el Centro Antiguo Instituto es de los que levantan pasiones. La entrada era gratuita. Alguien lo recordará dentro de poco, cuando tenga que pagar unos cuantos euros por escuchar a esta artista que aún no ha cumplido los treinta años. Marisa es humilde, cercana, con una elegancia y naturalidad escénicas aprendidas en los muchos años que lleva por los concursos y subida a disímiles tablas.

Es evidente que nació para cantar y para conmovernos con su voz de vueltas antiguas y mucha afinación. Acompañada por tres músicos que la siguen con complicidad y excelencia (Pablo Carrera, Emilio Ribera y Sergio Pevida), Marisa trajo al festival Arcu Atlánticu su "Suena la mina". Comenzó con una de las grandes referencias de las canciones del carbón, "Viva la xente minera", ese clásico de Xuacón de Sama . La cantadora respeta, pero hace ya otra cosa y saca esa tonada desde el santoral para ponerla en el siglo XXI. Igual con "Carretera de Avilés". Es un modelo. Lo mismo podríamos decir de "La Carbonera", o de "El pañuelín de seda" que cantó "El Presi". Y recupera esa maravilla que es la "Colombiana" de Orestes Menéndez. Arrancó olés y aplausos. Todos merecidos. Estremeció con una taranta del Camarón; se citó con Víctor Manuel y Silvio Rodríguez, con Lola Flores y Dulce Pontes, con Víctor Jara y Violeta Parra. De todo saca oro. El público no quería dejarla acabar. Es tan artista que necesita con urgencia un repertorio propio.

Compartir el artículo

stats