Adolfo Mariño, párroco de San José y arcipreste de Gijón, anunció al final de la misa de doce del domingo a sus fieles que estaba ausente con frecuencia de la llena de vida parroquia gijonesa, pero que no estaba de vacaciones "o estirando la pata", sino atendiendo las once parroquias de la zona de Cabranes que se han quedado sin pastor de almas porque el allí destinado ha escogido otro camino. Mariño afirmó que la presencia de la parroquia de San José en Cabranes va para largo por la falta de sacerdotes. El anuncio de mosén Mariño es una prueba más, en este caso en asuntos religiosos, de que Gijón siempre está presente cuando se le llama. Gijón se extiende en cuanto otras zonas de Asturias reclaman su colaboración, en el campo que se quiera. Ahora es una parroquia que tiene que ceder a su párroco a once núcleos rurales que necesitan a un sacerdote para sus cultos, sus bodas, bautizos y funerales. Y en ellos está Gijón. Para lo que haga falta.