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Crítica / Música | Musicólogo

El sonido de la informática

La orquesta de ordenadores portátiles de la Universidad se estrena en directo

La Universidad de Oviedo suma un nuevo proyecto musical con la puesta en marcha de la "Orquesta de portátiles de la EPI", una formación en la que los instrumentos de creación son ordenadores portátiles y la materia creativa desafía la frontera entre música y sonido. Podríamos hablar de materia sonora con vocación artística, y es que la informática musical hace muchos años que dejó de lado los sonidos convencionales de la música para adentrarse en timbres y texturas difícilmente reproducibles con instrumentos analógicos. Esto quedó patente el pasado martes en la puesta de largo de esta orquesta dirigida por el profesor Javier Suárez Quirós; un concierto que reunió a un centenar de asistentes entre los que había muchos curiosos y varios seguidores de la electroacústica.

"Convergencia-divergencia", coordinada por el propio Suárez Quirós, abrió el programa; una pieza de diez minutos construida a base de la transformación progresiva de un sonido elegido por cada uno de los "laptopers" (que es la denominación de los intérpretes en este tipo de orquesta). En un primer momento, los sonidos se muestran al público y paulatinamente van modificando sus parámetros hasta ser casi irreconocibles para acabar volviendo a su forma original. Este viaje sonoro nos llevó por riachuelos, lugares ventosos y paisajes llenos de máquinas que fueron variando su intensidad, alternando el protagonismo como si estuvieran vivos, como si la atmósfera del patio del Antiguo Instituto estuviera en continuo cambio hasta apagarse en el silencio. Suárez Quirós comentaba la intención de homenajear a las formas binarias que han predominado en la historia de la música con una obra irrepetible y sujeta al azar de los propios sonidos del ambiente: desde teléfonos móviles hasta puertas que se abren o se cierran. Sin duda John Cage habría disfrutado del espectáculo.

Begoña Muñoz se encargó de presentar la obra que ella coordina: "Sonitus", un proyecto conceptual con una partitura digna de Kandinsky y sus códigos de color que mezcla sonidos humanos grabados por el tenor Ramón Fernández y sonidos del espacio registrados por la NASA. El resultado fue una pieza inquietante y sugerente, plagada de sonidos que se mueven en forma de glisando sobre un continuo sonoro de fondo que no permite rebajar la tensión. Por último, Olaya Fernández presentó su obra "SCop1", basada en la aplicación del teorema de Fourier sobre la polarización de las frecuencias; aquí predominó la calma, pero una calma tensa que era interrumpida ocasionalmente por agresivas irrupciones de sonido.

El proyecto gustó, y seguro que tendrá un buen desarrollo de cara al futuro, aunque quizás no respondió a lo que muchos esperaban, porque la sala fue perdiendo efectivos a cada obra. Es verdad que el repertorio es poco convencional, pero tampoco ayudaron las extensas explicaciones de cada pieza; al fin y al cabo, la gente va a los conciertos a escuchar y el martes hubo más tiempo para las palabras que para los sonidos.

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