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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Peliaguda elección

Se acerca el certamen cinematográfico local que busca desesperadamente un buen director

Las convulsiones internas entre los socialistas han copado la actualidad y hasta casi se nos ha olvidado hablar del tiempo en el ascensor En nuestro pueblo y en la provincia toda se ha dado un curioso fenómeno: salvo algún exabrupto u opinión airada, proveniente de alguno de los contados calientes de siempre, los más destacados representantes del socialismo local han desplegado grandes dosis de prudencia, aparentemente dejando los asuntos en manos de Javier Fernández que, él sí, se marcó a modo. Tanto que, ahora, ocupa la presidencia de la comisión gestora tras la dimisión de Pedro Sánchez.

La experiencia asturiana le basta y le sobra a Javier Fernández para saber que, por su número de diputados, no puede soñar con formar gobierno y menos con la gente de Podemos como socios o apoyo de un virtual gobierno. Su volubilidad, la de las gentes de Pablo Manuel Iglesias, es proverbial: lo está sufriendo ahora, sin ir más lejos, el presidente de Castilla - La Mancha, Emiliano García Page. De la poca seriedad política de Podemos tendríamos para proporcionar ejemplos en esta populosa villa y concejo para llenar un largo tren.

Descartada la opción más suicida -una coalición con la formación morada-, a los socialistas les queda solamente ensayar aquella opción que consideren como el daño menor y que les deje colocados en la mejor de las posiciones posibles de cara a la siguiente convocatoria electoral, sea el que sea el tiempo en que se produzca, dos meses o dos años.

Para aligerar un poco de tan enjundiosas cuestiones, hablemos del menguado certamen de cine de la localidad y de sus peregrinos vericuetos. El defenestradito director, que se supone perpetrará su última organización festivalera, ya se ha quejado por la bajada del presupuesto, pasando indecorosamente la patata caliente hacia arriba, es decir, el concejal de circo festivo y la propia cirujana caritativa, a la sazón primera autoridad. Ya que lo echan, por lo menos meter un poco de ruido y lavarse las manos por lo que pueda pasar.

No sería de extrañar que este inoperante director se presente al concurso convocado para buscarle sustituto. Por lo menos, el interesado no lo ha descartado y hasta es probable que esté apretando las tuercas, o ya lo haya hecho, a los amarres que dieron con él en tan delicado cometido.

Será difícil recuperar lo que se ha perdido durante las ediciones de los últimos cinco años. Ciertos intangibles, como el prestigio de una manifestación artística cíclica, un festival cinematográfico en el caso que nos ocupa, se consigue a lo largo del tiempo, marcando una línea concreta y coherente año tras año, hasta que los aficionados y los medios especializados, primero, y los más genéricos, por fin, le reconocen una posición de privilegio en su género. Eso es lo que ha perdido el fenómeno enchufado estos últimos años en el certamen gijonés. Claro que habrá que hacer limpieza para que se produzca el rebote y la cosa, si tiene enmienda, vuelva a marchar hacia arriba en lugar de caer en una sima profunda.

Como hemos visto con el PSOE, caer al fondo del pozo es facilísimo, pero salir de él y recuperar las posiciones perdidas requiere tiempo y tacto y, por qué no, alguna fuerza que ayude. Poco importa si la experiencia del futuro director del festival del cine acumula experiencia o no. Lo que interesa es su conocimiento del medio y una idea clara de lo que pretende hacer. Desde que fue creado como un certamen para cine infantil y juvenil hasta hoy, ha pasado por múltiples avatares y muchas manos lo han dirigido. Durante la anterior etapa a esta decadente de ahora, había una línea bien marcada que podía gustar o no, pero que consiguió colocar al certamen en una posición clara y envidiable. Ojalá, una vez desaparecido de la escena el actual incompetente, aunque sea por casualidad, los actuales gestores de los festejos acierten con la elección.

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