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Perritos

De siempre, entre los playos de bajovilla, había una regla no escrita que no era otra que aguantar bañándose hasta La Pilarica o Fiesta de la raza. De un tiempo acá el acto simbólico de "lavar la toalla" (así se llama en gijonés, que no en impostado bable, al punto final de los chapuzones estivales) se ha acortado de un plumazo merced a la colonización del arenal por las mascotas quienes, amén de ladrar y correr a tontas y a locas, te salpican, llenan de arena, te persiguen, babean el libro o periódico, etc. Ya sé, por sus dueños, que los animalitos no hacen nada y que, al parecer, solo juegan pero, saben, a mi me tocan sobremanera las pudendas partes. La playa es para los ciudadanos que deseen pasear, dar un calón o remojar sus pies en salmuera.

P. D: De las bicis, patines y patinetes por los paseos hablaremos otro día.

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