Gijón celebra sus éxitos turísticos de 2016. Hasta el mes de octubre está resultando un período en el que crecen los visitantes con el consabido jolgorio de autoridades locales y gentes del ramo. La playa de San Lorenzo bien puede ser considerada estos días de temporal como la playa blanca, color que le dan a la mar las olas que nacen a muchos metros de la arena. Pero la playa blanca tiene un paseo, el del Muro de San Lorenzo, que cada día está más desierto de locales no ya comerciales, sino hosteleros. Los cierres se suceden y los letreros de "se alquila", "se vende" o "disponible" llenan las fachadas de un paseo marítimo que se queda muy atrás de tantos y tantos de las costas españolas. No hay un plan no ya de mejora, sino de recuperación del gran paseo gijonés que se queda atrás de forma inapelable. Algo habrán de hacer las autoridades competentes más allá de la pretensión de soterrar el tráfico. Cualquier cosa para terminar con el desierto.
