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Tormenta de ideas

Gaspar

Mientras estoy escribiendo, estoy rodeada de papeles, serpentinas, globos, parte de la magia que ahora sí que termina por este año. Han venido los reyes magos. A decir verdad, para mí ha venido Gaspar, mi Gaspar. Ese que año tras año respondía a mis gritos con un saludo especial que yo sabía era solo para mí. Cuando él se fue, mi Dioni, mi rey se reencarnó en alguien que me emocionó también.

Mi rey, mi especial rey, el de mi infancia, Gaspar, se hizo carne en alguien que mi compañero de vida aprecia muchísimo, el mismo que sin saber que yo era su mujer, hace dos años me dejó en la clínica una foto dedicada que me hizo llorar como una magdalena y que tengo como oro en paño. Cuando le llamé a Oriente para agradecerlo, se sorprendió al saber que yo era la mujer de su amigo, con lo que mi Gaspar, sigue siendo especialmente mío. Porque no quiero desmerecer a los otros, Dios me libre.

El primero por su edad, la sabiduría de la edad es algo verdaderamente reseñable, y el último: Baltasar ¡qué voy a decir! es el rey preferido de muchos niños y yo le quiero igualmente. Pero es que mi Gaspar siempre fue especial. Cuando era niña me tocó él como por suerte, yo era la segunda niña, y me tocaba el segundo. Y así seguí toda mi vida, con mi garganta afónica de gritarle mientras mis tres querubines tuvieron a bien dejar de ir a la cabalgata y nos encantaba que nos guiñara un ojo, que nos tirara un beso y hasta que nos llamara por teléfono, agradeciéndome algunos de mis artículos. ¿Cómo no quieren que le adore?

Y este año después de unos cuantos, he vuelto por fin a verle. He ido al palacio de Revillagigedo y le he visto majestuoso en su camello, con mi pelirroja subida a hombros de su Tato. Porque igual es cosa mía, pero para mí que Gaspar, tiene tonos rojizos en su pelo y en su barba, o al menos siempre me pareció, vamos, que está predestinado para ser también su rey. Y la llevaré a primera fila para que se tiren esos besos que en ambos son mágicos, especiales, para que sus ojinos se iluminen con la misma ilusión que tienen todos los niños, mientras su abuela no puede dejar de hipar viendo la alegría de todos los niños que les aclaman.

Creo que no hay nada que me emocione más. Y aunque soy absolutamente tradicional, me gustaría aunque fuera en sueños ser una reina maga, porque debe ser algo maravilloso, ver a los niños, a sus padres y abuelos, mientras se encarna uno en la noche más mágica y maravillosa del año.

Y te he visto por fin Gaspar, y has llenado de nuevo mi alma, esa que a veces está vacía de ilusión y que recupero con cada sonrisa de cada uno de los niños que gritan tu nombre. Y ha sido de lejos pero te juro que el año que viene, si tu niño Jesús tiene a bien, estaré en primerísima fila con ella, aunque tenga que hartarme de ibuprofenos, para estar horas esperándote, y poder agradecerte con toda el alma y con su sonrisa, la paciencia, el amor y la dedicación que todos le ponéis para salir este día a hacer felices a los niños de Gijón. Gracias de corazón a todos, pero especialmente Gaspar, no lo olvides nunca. Te adoro.

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