Los magazines matinales de las cadenas de televisión se desgañitan en directo para dar cuenta de la ola de frío y de la nieve caída en lugares donde no son habituales tales fenómenos. Mientras, aquí, en Gijón, la ola de frío deja los termómetros en los ocho grados, que es temperatura más que aceptable. Una temperatura, con los cielos casi azules, que permite asegurar que esto sí que es el paraíso, el natural y el otro. Las alarmas por bajas temperaturas suelen ser tomadas con prudencia por los vecinos de las zonas avisadas, que siempre recurren al verdadero tópico de que antes sí que hacía frío y sí que nevaba. Gijón es ahora mismo como una Canarias del Norte que siente cómo la ola de frío no va con ella porque ni en la madrugada baja del grado y medio ni en la mañana de los ocho o nueve grados, que son cualquier cosa menos ambiente siberiano. Y así van transcurriendo los días más crudos de un invierno aún corto.
