Aún no eran las nueve y la plaza Mayor ya estaba llena de gente esperando la llegada de "The Wedding Present". Toda una generación en torno a la cuarentena se daba cita para disfrutar del concierto de una de las bandas que marcó la evolución del rock anglosajón en los años ochenta y noventa y que jugaron un importante papel en la definición del rock alternativo. Con David Gedge como único integrante original, este grupo continúa girando y propagando un sonido que tiene su seña de identidad en las guitarras.

No hubo muchas concesiones, desde la primera canción la contundencia se impuso de forma implacable. Desde el punto de vista estilístico, el concierto fue monótono, nada de florituras ni detalles superfluos; en la batería patrones constantes y firmes, perfectamente sincronizados con los bajos para hacer caminar cada canción. Las guitarras distorsionadas con ruedas de acordes reiterativas y algunos punteos sin complicaciones; las variaciones las encontramos más en los rasgueos de la mano derecha (vertiginosos en temas como "A million miles") que en las progresiones de acordes, aunque en alguna canción se aprecian dibujos con mayor colorido, como en "Brassneck". Y, sobre este muro de sonido, la voz sin apenas modulaciones de Gedge y algunos coros que lucieron en las canciones más pop, como "Rachel".

El público cumplió con el ritual de los conciertos "indies" de los noventa: estáticos, apenas un leve balanceo o un discreto movimiento de cabeza acompañando el ritmo, pero nada de saltos ni de aspavientos.

Esta es una música apta para el "shoegazing" y la apatía que reinaba en parte de las bandas y el público de la escena alternativa de los primerísimos años noventa. Sólo algunos niños en la plaza rompían el protocolo bailando y agitando los brazos.

En el repertorio hubo espacio para temas de todas las épocas de la banda, incluso algunas canciones de su primer disco, como "My favourite dress" y "Give my love to Kevin", que sonaron ya en la recta final del concierto. Fue una hora y media de descarga, con un sonido nítido y equilibrado. También un viaje en el tiempo, un regreso a los años de juventud, para muchos de los que allí se congregaron.