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La mujer violada es la víctima, no la culpable

Una reflexión sobre el mediático juicio por una violación múltiple en los Sanfermines

En la plaza del Parchís, al igual que en muchos puntos de la geografía española, se celebraron el pasado viernes manifestaciones, por desgracia poco mayoritarias (quizás es porque son "cosas de mujeres"), en protesta por cómo transcurre el juicio que contra cinco presuntos violadores se está celebrando en la Audiencia Provincial de Navarra. Todo lo que rodea este proceso de una adolescente que fue salvajemente atacada, forzada y violada por cinco individuos (presuntamente, no se nos olvide) crimen cometido para el solaz divertimento de unos hombres valientes, para la burla, para la divulgación y la presunción, porque realmente hay que ser muy valientes para violar y agredir en grupo a una mujer. Sé, sabemos, que la violencia sobre la mujer es histórica y endémica, lo vemos día a día a nuestro alrededor si es que no cerramos los ojos. Sé, sabemos que obligar a la mujer a tener sexo es una práctica habitual y "consentida" en las relaciones de pareja. La mujer "consiente", incorpora esa obligación a su vida (muchos hombres no se sentirán identificados con estas afirmaciones, pero las mujeres, parejas de esos hombres, sí, en silencio, para ellas, para adentro, pero sí, son forzadas, con amenazas no verbalizadas de pérdida de afecto). Sé, sabemos, que cambiar actitudes, creencias, emociones, sentimientos, valores, de hombres y mujeres es tarea larga, difícil, costosa. Pero sé, quiero, debo y tengo, tenemos, que decir que la violencia sobre la mujer visible, la que provoca muertes y violaciones, desigualdades hay que combatirla ya. Que no podemos permitir que cuando una mujer valiente se atreve a denunciar, porque hay que ser una mujer valiente para hacerlo, aquéllos que deben protegerla, aquéllos que la sociedad ha puesto para velar por ella, jueces y policía, miren hacia otro lado. No podemos permitir no, que, como está ocurriendo en el caso de la joven madrileña, el proceso se convierta no en la enjuiciamiento de unos hechos terribles y aborrecibles, sino en valorar si la vida de la víctima era la adecuada o no, conforme a valores patriarcales y machistas, los mismos que rezan en el lema que el Ministerio de Sanidad utiliza para explicar a los jóvenes que no es bueno el consumo de alcohol, en ellos puede producir daños físicos y conflictos familiares, ellas pueden quedarse embarazadas y provocar que las violen. ¿Queremos algo más claro de qué es lo que se está transmitiendo desde los poderes públicos? Juzgar la atrocidad de los hechos por las repercusiones que supuestamente han tenido en la víctima, en un "no es para tanto, la chica sigue haciendo su vida normal". Hay cosas que cuestan porque te sacuden por dentro, y escribir sobre esto me cuesta, pero debo hacerlo porque es una voz más en ese no rotundo, inmediato. Porque es terrible que una sola mujer tenga que pasar por lo que está pasando esa joven, pero da miedo saber que no es solo un caso, que no es solo ella, que no es un juez que esté realizando mal su tarea, porque las que de una u otra manera estamos en contacto con la violencia sobre la mujer, violencia social, familiar, violencia física, psicológica, sexual, sabemos que el caso de la joven madrileña no es la excepción, es por desgracia la regla, y no es esta aseveración mía una salida de tono de una mujer feminista, no lo es, es lo que me enseña el día a día de lo que les ocurre a aquellas mujeres que son forzadas sexualmente, aquellas que se atreven a denunciar, porque muchas, sobre todo las que sufren esa violencia en el ámbito familiar no se atreven a hacerlo. Este juicio, la actitud de este magistrado admitiendo pruebas que no debía haber admitido, y no admitiendo otras que mostraban posibles delitos anteriores de los individuos encausados, rompiendo una y otra vez el derecho a la intimidad de la joven es una advertencia a las miles de mujeres que están o estarán en esta situación: "no denunciéis, no lo hagáis porque si habéis conseguido salir de la primera violación, del cuestionamiento público de vuestra conducta va a ser más difícil". Al final la máxima sigue siendo "la violaron porque les provocó" "Lo andaba buscando" "No se resistió suficiente".

La violencia sexual es el único delito en el que la primera sospechosa es siempre la víctima. ¿Por qué somos tan hipócritas? ¿Por qué nos rasgamos las vestiduras cuando criticamos la situación de la mujer en otras culturas y miramos para otro lado ante la violencia que se ejerce sobre las mujeres en nuestro país? Las mujeres españolas necesitamos ya una ley integral contra la violencia sobre la mujer. Una ley integral en la que se condene de manera clara y diáfana dicha violencia, en todos los ámbitos: laboral, escolar, social, médico, sexual?., con endurecimiento de las penas y con una asistencia y acompañamiento a las víctimas desde el minuto cero. Esta es la lucha urgente que las mujeres españolas debemos emprender ya. Esto sí es una lucha que valga la pena y no la lucha de banderas.

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