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Meditaciones | desde Paraxes

Celsa Díaz

La discoteca de Mariló

Cuando en 2010 el mar dio el primer aviso, llevándose una parte del Museo del Calamar Gigante de Luarca, el gobierno de nuestro maltrecho Paraíso Natural desoyó las advertencias sobre la fragilidad de la instalación, y la reconstrucción adoleció de los mismos errores materiales y estructurales (reincidente y posmoderno pecado de continente sobre contenido). En 2014 quedó totalmente destrozado por un nuevo temporal. En esa ocasión, la aparición en los medios de un Javier Fernández con cara compungida fue todo lo conseguido. Y ateniéndonos a las declaraciones de la tristemente famosa consejera Belén Fernández, así será por siempre. Era el único museo en el mundo dedicado a esta especie y una referencia internacional para investigadores. La riqueza material y científica que de él se derivaba parece importar un bledo a unos gobernantes que no miran más allá de su esclerotizado ombligo. Por una vez en mi vida coincido con Mariló Montero. Si fuese una discoteca, hubiera abierto sus puertas a los dos días.

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