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Meditaciones | desde Paraxes

Celsa Díaz

Hablando claro

Temo el seguro aburrimiento de la campaña electoral. Apelaciones "ad nauseam" a los argumentos simplistas para votantes de cero a tres años: la desternillante amenaza del radicalismo bolivariano; la no menos descacharrante "shenshatez" autoproclamada; duelo al sol veraniego por la propiedad del rancho "Socialdemocracia" o de los jugosos pastos del valle "Centrismo"; el buenismo pactante que mira a uno y otro lado; sonrisas y corazones por doquier... ¡Pufff! Pero lo más chiripitifláutico del caso, es ese echarse en cara el interés por los sillones. Un proyecto político se lleva a cabo teniendo el poder, y la liza se dirime en el número y categoría de puestos conseguidos. Que algunos de los contendientes pongan el grito en el cielo ante el intento de consecución de este objetivo, resulta perversa y esquizofrénicamente sospechoso. Será que los que tanto protestan ya saben que, al menos en su caso, un puesto político sólo es un pasaporte para obtener prebendas. Y del programa electoral defendido... ya tal.

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