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Ramón Díaz

Orientalia

Ramón Díaz

El cuento del urbanismo

Ya puestos a narrar cuentos de gaita, si hay uno para no dormir ese es el del urbanismo. Ello fue que en Marbella, un tal Jesús Gil aprobaba licencias como quien embute chorizos. Y, recalifica que recalifica, acabó permitiendo 16.500 viviendas ilegales. Menos da una piedra. En Llanes, mientras tanto, se hacía al revés: se aprobaban planes ilegales, a sabiendas de que lo eran (si lo sabíamos los legos en asuntos jurídicos , ¿cómo no iban a saberlo los más listos del cuento?) para construir viviendas allí donde les salía del risorio. Acá y allá acabó la cosa como el rosario de la aurora, que debió ser una trifulca de aúpa, pues ocurrió en el siglo XVIII y aún se menta. Ahora llega el Tribunal Supremo, le dice a Marbella lo que dicta el sentido común, que no se pueden legalizar los "urbanicidios" porque a uno se le ponga en el píloro, y Llanes tiembla. Y colorín, colorado... ¡Ah, no, que el cuento sigue!

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