Lo mismo lo que no tiene arreglo es España, ni cambiando de políticos. Porque la vieja derecha, la derecha nueva, la izquierda antigua, la reciente izquierda y los demás restos del naufragio decembrino no se pueden ver entre ellos, y solo los que necesitan de forma perentoria gobernar para evitar la jubilación anticipada siguen con sus cuentas y sus cuentos de la lechera, que no acaban de cuadrar. Quizá porque todos saben que pacte quien pacte con quien pacte muchos votantes de estos, de esos y de aquellos estarán en contra. Los de la casta decrépita y los de la flamante casta saben que la gente ya no perdona ni una, así que intentan moverse lo menos posible para no salir borrosos en la foto y ser borrados en las elecciones que se adivinan en el horizonte. No hay visión de Estado, ni voluntad de servicio. No hay políticos de altura, porque este sistema nefasto los ha fagocitado. Hay que darle la vuelta a este calcetín, como si fuera un país.
