Todavía no estoy recuperado de la "indignación" que me ha provocado el artículo publicado por, o al menos "con" firma, nuestro alcalde presidente, don Wenceslao López, en LA NUEVA ESPAÑA del día 23 de octubre de 2015, bajo título "Oviedo, punto de encuentro del talento".

No me voy a extender sobre su concreto contenido, mucha gente a estas alturas lo habrá leído, con el mismo asombro y perplejidad que a mí me ha producido; pero, para contextualizar rápidamente, no deja de ser tal publicación de don Wenceslao una encendida glosa que termina proclamando: "Como alcalde de Oviedo es un orgullo que nuestra ciudad se convierta en un punto de encuentro de todas esas personalidades porque sus trayectorias confluyen en un mismo fin: trabajar para lograr una sociedad más rica en conocimiento, sensibilidad y libertad".

Qué explicación nos puede conceder, don Wenceslao, a los ciudadanos de Oviedo, tanto a los que le hemos votado como a los que no lo han hecho, "en el contexto de una elecciones democráticas" y consiguientemente celebradas dentro de las coordenadas establecida por nuestro ordenamiento jurídico.

¿Mantiene usted, señor alcalde, la tesis de que los premios "Princesa de Asturias" son buenos, positivos y beneficiosos, pero a la vez los menosprecia meramente por su nombre?... ¿Es porque usted se proclama republicano?... Pues tenga presente, don Wenceslao, que en Oviedo hay mucha gente que, como yo, se adscribe al más libertario anarquismo, o en otros casos, incluso, al "socialismo utópico" -en el que usted parece haber fosilizado-, al centro, a la derecha, al maoísmo, o a cualquier otra tendencia ideológica del signo que sea... Todos somos, en definitiva, y no dejaremos de serlo, muy nobles, muy leales y buenos ciudadanos de Oviedo, que tratamos de hacer compatible nuestra particular forma de ver, entender y sentir las cosas con el respeto debido a nuestro ordenamiento jurídico y a nuestras instituciones democráticas, entre las que se encuentra, hasta que otra cosa se decida, la Jefatura del Estado... Tratamos, por otro lado, de añadir a la receta elementos que eviten indeseables efectos de patanería, falta de tacto y criterio, que a todos los ciudadanos nos resultan exigibles y muy en especial a los representantes públicos.

Termino trasladándole lo que creo resulta el sentir mayoritario de los ciudadanos de Oviedo, por lo menos de mucha gente de mi entorno... Señor alcalde: nos importa un bledo que sea usted republicano... Sea prudente, respetuoso y educado y haga las cosas "bien", "mire" por los intereses de su municipio y su capital -si de soslayo también mirase por los intereses generales de Asturias, mucho mejor-, teniendo siempre muy presente que su mandato asienta su legitimidad última en el mismo texto constitucional que instituyó la monarquía parlamentaria en España, el cual le recuerdo fue ratificado por referéndum en 1978. Yo no pude votar porque de aquella era menor de edad bajo las leyes franquistas, que quedaron felizmente superadas, como debieran igualmente superarse actitudes de uno y otro signo político o ideológico que huelen a rancio, a pose de salón y a retrato con fogonazo de magnesio.

Evidentemente, todo es modificable, pero nunca por los meros cauces de la opinión individual y la pura vía de hecho, menos si resulta expresada, propiciada o, peor, "titubeada", en el ejercicio de sus funciones, por un alcalde elegido democráticamente.